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Segunda División

"Es injusto: Symmachiarii no es un grupo violento"

Lafuente y Fidalgo, presidentes del Oviedo en las crisis de 2003 y 2012, ensalzan el papel del colectivo en los malos momentos

"Es injusto: Symmachiarii no es un grupo violento"

Manolo Lafuente lideró una ardua pelea por la supervivencia del Real Oviedo en 2003, cuando no había ni para agua caliente. Toni Fidalgo encabezó una batalla similar en 2012, aunque con una dimensión más universal. En la primera crisis, el oviedismo salió a la calle a presentar sus reivindicaciones. En la segunda, el azul se hizo global. En ambos casos, un elemento sobresalió dentro del oviedismo. Symmachiarii, el grupo de seguidores que la Comisión Antiviolencia pretende erradicar del Tartiere, fue la punta de lanza de un movimiento que reanimó a un club histórico que agonizaba. Los presidentes de ambos periodos recuerdan los hechos, subrayan el rol de Symmachiarii y defienden sus formas. Los dos coinciden en el análisis que les pide LA NUEVA ESPAÑA. "Symmachiarii no es un grupo violento", defienden con un discurso común.

El debate en torno al grupo se articula en dos puntos. Por una parte, defender el carácter no violento de sus integrantes. Por otro, resaltar su labor como defensor del oviedismo. "A Symmachiarii no se le puede considerar un grupo violento. ¡Yo mismo soy miembro! No tiene sentido que quieran compararlos con otros grupos ultras. Los que sostienen ese argumento me imagino que mostrarán sus razones porque no se entiende, parece injusto que los quieran eliminar", asegura, decidido, Lafuente. Fidalgo incide en la polémica: "Mientras no haya violencia entiendo a los aficionados porque el fútbol es, esencialmente, pasión. Symmachiarii es pasional pero no violento". El avilesino, que fue adjunto a la presidencia de La Liga, enfatiza: "Llevo toda la vida por los campos de fútbol y si Symmachiarii son violentos yo soy el Arzobispo de Mondoñedo".

El discurso se vuelve aún más enérgico cuando se enumeran los méritos de Symmachiarii en los momentos más complicados del Oviedo, aquellos que, en 2003 y 2012, casi se llevan al club por delante. Lafuente empieza con sus logros: "Para empezar, fueron lo suficientemente prudentes con el descalabro del club. Entendieron que lo mejor para el club era apoyar. Hicieron muchas cosas: llamar a los socios para que renovaran su abono, buscaron fondos, limpiaron de nieve el campo junto a otros? Ellos cogieron la cabeza para movilizar a los demás". Fidalgo salta temporalmente a 2012 para completar la lista: "Entonces la afición nos creyó y nos apoyó. Y dentro de esos seguidores, Symmachiarii fue la piedra angular. No solo apoyó en el campo, sino que ayudó a limpiar las instalaciones, a pintar El Requexón, a adecentarlo?". Los dos expresidentes lo tienen claro. "De todas las aficiones se dice que son extraordinarias, pero en el caso de Symmachiarii, está suficientemente acreditado", expone Fidalgo. Lafuente interviene: "Fueron fundamentales para que el Oviedo siga vivo".

Antiviolencia ha lanzado su órdago y el Oviedo, que ha pedido tiempo para analizar las cosas, aún no ha dejado clara su postura públicamente. Incómoda situación para el club, que se expone a multas de unos 30.000 euros si permite pancartas, bufandas o símbolos del grupo ya el domingo en el Tartiere. Lafuente y Fidalgo se mojan sobre el papel de la entidad en el conflicto. "El Oviedo debe salir en su defensa. Antiviolencia no puede imponer sanciones sin argumentar. Yo, si fuera los seguidores, miraría la opción de acudir a la justicia ordinaria y el club debe apoyarles de forma decidida", subraya Lafuente. Fidalgo añade: "El consejo sabrá qué hacer, no quiero entrometerme, pero sin dudas debería mostrar su apoyo al grupo ya que no hay violencia en su actividad. También creo que si el Oviedo tuviera una mayor penetración en los órganos de decisión de Madrid, quizás se podrían aminorar las cosas".

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