Marisa Iglesias y Manuel Areces llevan 51 años casados. "Toda una vida", dice él mientras la mira. Ella, polo del Oviedo y pasión en la voz, dice lo mismo, pero en ese momento se señala el escudo del Oviedo: "Toda una vida".La frase se tiñe de azul.

Entre otras muchas cosas, a Marisa y Manuel les une un oviedismo descarado. Pertenecen a la Peña Teatinos (115 socios), "del barrio donde nació el Oviedo",detalla Isidro Gutiérrez, presidente del colectivo, 18 años de socio. También está por allí José Manuel, de la misma peña, y un montón de gente más. Degustan un algo en un bar cercano a Riazor, con vistas a la playa, propiedad de Lendoiro, expresidente del club coruñés. "Segunda es complicado y el Dépor más, pero hay que ganar o empatar. El derbi, ahora, es lo que menos me preocupa", cuenta José Manuel. Son las 19.15 horas y no sabía la que le venía después.

Las calles del centro de La Coruña fueron ayer un hervidero de oviedistas a voz en grito. Más de dos mil aficionados azules en la capital gallega alentando a su equipo , enseñándole otra vez más su fidelidad y dándole el empujón, el indesmayable empujón, que de nuevo sirvió de muy poco. El día prometía, porque el fútbol siempre recupera los gusanillos en el estómago, pero acabó en apagón.

Hubo planes para todos los gustos en una jornada que regateó las previsiones y que estuvo marcada por el apoyo a los trabajadores de Alcoa. Se anunciaba chaparrón y el cielo no descargó nada en la previa (si llovería después, durante el partido) para suerte de la hinchada, pacífica como de costumbre, sin nada que lamentar. estupenda en la mezcla con los seguidores locales. Una buena publicidad en estos tiempos de injusta criminalización.

La peña Teatinos fue y regresó en autobús en el día. Pablo Huerta, Alejandra Martínez, Pablo Fernández y Laura García, oviedistas hasta el final, optaron por hacer noche. Tocaba día sin hijos y lo agradecieron: Julia, Mario, Valeria y Miguel podían esperar. "Hay que trabajar mejor la cantera", decía Pablo, buen conocedor de los entresijos del club azul y residente meses en Coruña. "Aquí estamos como en casa", resumía Alejandra, su mujer.

La afición azul se situó en Preferencia, en unas de las esquinas del renovado y coqueto Riazor, teñido de azul y con enormes pantallas como marcadores, (que retransmitiendo el partido). No hubo pancartas de Symmachiarii (tampoco de Riazor Blues, ilegalizados hace meses) pero sí recuerdo hacia ellos de una afición, la del Oviedo, que les quiere. "Tebas vete ya", protestó al inicio la afición azul antes del "Anquela vete ya". De fondo, latente durante todo el día, asomó el conflicto de Alcoa. Había ganas de Coruña entre el oviedismo, 18 años sin pisar una ciudad tan de Primera como Oviedo. "Ojalá nos veamos allí pronto", deseó Antonio, deportivista añejo. Deseo compartido ayer por todos.