Juan Antonio Anquela se sentará en el banquillo del Tartiere en el derbi del sábado . Parte de la afición azul desplazada a Riazor despidió al equipo con una sonora pitada y cánticos contra el entrenador ("Anquela vete ya"), síntoma inequívoco de que el proyecto del Oviedo pasa por momentos de flaqueza. Pero en el club azul se opta por mantener la calma. No habrá novedades en el banquillo esta semana. Anquela sigue teniendo la confianza de México de cara al duelo ante el Sporting de sábado, un partido que, se considera desde las altas esferas azules, puede significar un punto de inflexión en la temporada. Ganar al eterno rival cambiaría el panorama. A esa oportunidad que ofrece el calendario se agarra el Oviedo para confiar en un futuro más halagüeño. Todo pasa por vencer en el derbi. Porque la confianza en Anquela no es ilimitada. El jienense, como cualquier entrenador, está sujeto a los resultados, juez inexorable en la competición. Por eso, una derrota ante el Sporting complicaría el futuro de Anquela al frente del Oviedo.

La labor del entrenador se sigue valorando de forma positiva en el club azul. Se subraya que cuenta con la confianza del grupo y que nunca ha mostrado síntomas de decaimiento. La intensidad que transmite a los futbolistas se mantiene en cada sesión y la búsqueda de soluciones, aunque con escasa renta en las últimas semanas, es constante.

Incluso el partido ante el Deportivo se emplea como argumento para defender que el equipo no está tan mal. El 4-0 dolió por la contundencia del resultado, unido a una trayectoria errática en las últimas semanas. Pero en el club se mantiene un discurso similar al del entrenador y la plantilla: la imagen, se argumenta, no fue tan negativa como refleja el resultado. La sensación se suma a lo visto ante el Mallorca, cuando los azules pudieron dejar resuelto un encuentro que acabó en empate y pudo haber tenido peor final.

Arturo Elías, pendiente como siempre de la actualidad del club azul, recibe diariamente informes del equipo. También lo hizo tras el 4-0 de Riazor. El yerno de Slim aboga por la misma línea, la de mantener la calma y esperar que la dinámica cambie en una competición que siempre da oportunidad de virar el rumbo.

Pero la realidad es que el equipo atraviesa una crisis de resultados evidente. Es el peor momento de Anquela desde que dirige al Oviedo. El equipo suma un punto de los últimos nueve y ve como el horizonte del play-off va, poco a poco, alejándose. Los 16 puntos actuales dejan a los azules en tierra de nadie, con un ojo en los puestos de privilegio y otro en la zona peligrosa. Solo una racha positiva de resultados serviría para ahuyentar los fantasmas. Pero el equipo no ha sido capaz aún de lograr dos victorias consecutivas esta temporada.

Donde el examen a Anquela se vuelve más negativo para el técnico es incidiendo en el entramado defensivo. Tras 13 partidos disputados, los azules han recibido 20 tantos. La inconsistencia defensiva se considera el gran mal de este Oviedo y ahí la mano del entrenador, fallos individuales al margen, tiene mucho peso. Analizada la situación, Anquela se enfrenta a un duro examen en pleno noviembre. El derbi supone para el entrenador una final anticipada por su futuro, un choque en el que el elemento emocional pesa tanto como el futbolístico. La victoria azul supondría más que tres puntos.