Como en los derbis lo futbolístico se deja engullir por lo emocional, el Oviedo siempre tiene algo de ventaja. Los azules, como institución que ha penado en los últimos años por las categorías alejadas de la élite, encuentran en el Sporting su enemigo natural, la representación de todas sus desgracias. El malo de la película. La afición siente que se le deben unos cuantos años de fútbol, por lo de los años en el barro, y transmite a los futbolistas esa necesidad. No se trata de un partido; es una reivindicación. El Sporting acudió al Tartiere pensando que se trataba de un partido más; un derbi, pero tres puntos en juego al fin y al cabo. Para el Oviedo era algo más: se trataba de ganar por una causa.

Así ha sido en los tres últimos derbis, los que han llegado tras el regreso del Oviedo. Los azules, en los tres duelos con Anquela en el banquillo, suman la victoria del sábado a la lograda la temporada pasada en el Tartiere, con Mossa de artista invitado. Antes, había rascado un empate de El Molinón con sabor a victoria, por cómo se logró (Toché anotó a 5 minutos del final) y por lo que significaba: competir con el Sporting de tú a tú 14 años después.

Superados estos tres capítulos tras la resurrección del Oviedo, hay que mirar al comienzo de siglo para encontrar el último triunfo rojiblanco. Fue el 15 de diciembre de 2002, en El Molinón, en la 15.ª jornada en Segunda, en la temporada de los horrores para los azules, el paso previo al abismo. Entonces, los rojiblancos se impusieron por 1-0 gracias a un gol de Lozano. La última alegría plena del sportinguismo en un derbi de primeros equipos. El saldo en los derbis sigue sonriendo al Oviedo. En los choques ligueros (Primera y Segunda), se registran 30 victorias azules, 21 empates y 26 triunfos rojiblancos. Si se añade la Copa y el Trofeo Principado, aumenta la ventaja azul: 48 partidos ganados por los de la capital, 26 empates y 34 victorias rojiblancas.

La victoria 48.ª del Oviedo llegó tras una puesta en escena impoluta. Los azules salieron metidos y lograron llevar el partido a su terreno. Ese fue su gran mérito. Los de Anquela se crecen cuando el juego es más directo, no tan redundante como al comienzo de curso. Cuando la pelota se traslada rápido a las áreas. Ayudados por la grada, los jugadores interpretaron el papel ideado por el cuerpo técnico azul.

Varios nombres salen reforzados. Tejera demostró que, a estas alturas, es el mejor fichaje. Su zurda ofrece soluciones, tiene clarividencia en la creación y, enchufado, ayuda en la labor defensiva. Javi Hernández ha dado un paso adelante. No le tembló el pulso en un escenario de altura. Fue el mejor de la defensa. Ibra demostró que lo suyo con el gol sigue siendo una relación fructífera: en los últimos cuatro choques ha marcado tres goles y ha estrellado un balón en el poste. Incluso el derbi reconcilió a Berjón con las asistencias de gol: sorprendentemente, dio la primera de la campaña.

La victoria, en fin, sirve para refrendar a Anquela al frente del banquillo, aunque el fútbol, ciencia resultadista, no suele mostrar memoria. El Oviedo vuelve a someterse a escrutinio el domingo (18.00 horas) ante el Reus, en un choque con diferente carga emocional.