Hace semanas Diegui aguantó la bronca del Tartiere. Señalado, la hinchada le pitó en varios partidos y el canterano -jamás pone una mala cara a nadie- lo pasó realmente mal. A base de trabajo recuperó su sitio -ayer cuarta titularidad consecutiva- y las buenas sensaciones. Vuelve a ser un puñal por la derecha, ya sea de extremo o de lateral, y lo hace, además, luciendo el brazalete de capitán del Oviedo de inicio ante la baja de Berjón y la suplencia de Toché (cuando entró no se lo puso). Ante el Granada Diegui demostró, sobre todo, carácter e inconformismo, aunque tuvo mala suerte en las decisiones finales. Siempre intentó atacar con verticalidad y valentía, la que no tuvo, por ejemplo, Champagne, que además de estar dudoso en la portería en varias ocasiones perdió tiempo con empate en el marcador. Detalles que importan.