Como se preveía, la junta fue un paseo para Carso, con el dominio absoluto en el accionariado del club. Se sabía que era un partido ganado de antemano pero quedaba por dilucidar si el dominio sería aplastante. Si habría voces discordantes con su gestión. Con el aval de la deuda a cero a partir de la próxima temporada, la asamblea significó la aprobación de cada punto del orden del día sin oposición alguna. Los siete puntos del orden día fueron aprobados por unanimidad.

Asistieron a la asamblea 83 accionistas de forma personal y seis representados; otros dos lo hicieron de forma externa. Tampoco faltó el Ayuntamiento, representado por el concejal delegado, Eduardo Rodríguez, del PP, aunque asistió por su cuenta Rubén Rosón (Somos), poco habitual en estas citas. En cuanto a la cara visible del Oviedo, se situaron en el estrado Jorge Menéndez Vallina, presidente; Fernando Corral, portavoz; y Manuel Paredes, vicepresidente. Junto a ellos, los representantes de Verae, empresa que audita las cuentas, Adolfo López y Javier de la Orden.

En la junta se votó la aprobación de las cuentas de la temporada 2017-18, la propuesta de aplicación del resultado, la aprobación del presupuesto de la campaña actual y cuatro cuestiones de carácter formal: la fijación del capital social, los cambios en el domicilio y en el objeto social y la creación de la página web corporativa. En ninguno de los puntos hubo nadie que votara en contra o se abstuviera.

Antes de las votaciones, el club sacó músculo enumerando algunos de los logros que, a su juicio, había logrado al margen de lo que sucede con el primer equipo. Menéndez Vallina habló de el acuerdo con Fundoma para el uso de la residencia, la red de transporte para los chavales de la cantera, la participación en la Dallas Cup, el papel del filial, la Escuela Real Oviedo, el equipo de la Liga Genuine o el interés despertado en otros países, con México, Estados Unidos, Reino Unido y Panamá como los países con más visitas en las redes sociales.

Sobre el déficit (413.00 euros), Vallina explicó que "es por cosas aisladas, que son difíciles de controlar. Por ejemplo, que a un jugador tengas que pagarle porque no ha jugado suficientes partidos. Porque puedes apostar por él, pero al final decide el entreador".