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Un encuentro con huella

La volea imparable de Juanchi

La última victoria del Oviedo ante el Tenerife en Primera se definió con un golazo del uruguayo El equipo de Tabárez vivía sus mejores momentos en el curso

La volea imparable de Juanchi

El Oviedo llegaba a aquella cita con el empujón anímico que supone una victoria ante el eterno rival. Como solía suceder en los noventa, los azules habían reinado en el derbi, en esta ocasión con un 1-2 en El Molinón gracias al acierto de Dely Valdés y Juan González. El inicio de la 1997-98, la de Óscar Washington Tabárez en el banquillo, estaba marcado por el acierto de dos delanteros tan diferentes como complementarios. El Tenerife, rival este sábado del Oviedo, viviría en sus carnes el peligro de la dupla americana en su primera campaña de azul. Fue la última victoria del Oviedo ante el Tenerife en Primera.

Dely, panameño, era la armonía de movimientos, el esfuerzo bien medido, no siempre comprendido por el Tartiere. Pero era sobre todo remate. Oportunista en el área, ágil en el remate, implacable de cabeza. Lo suyo era el gol. Juanchi, uruguayo, era un estilo contrapuesto: peleón, nunca escatimaba en esfuerzos, no tan lúcido en el área. Delantero gregario. El 12 de noviembre de 1997, sin embargo, al uruguayo le tocó jugar el papel de estrella.

Y eso que el Tenerife entró con fuerza. Un genial pase del exoviedista Jokanovic dejaba a Makaay en posición franca, pero César había acudido raudo a tapar el disparo. Tabárez, el técnico llegado del Milán y que lideró una pequeña revolución en El Requexón, apostó aquella tarde por Esteban; Joyce Moreno, César, Rivas, Abel Xavier; Berto, Manel, Paulo Bento, Pompei; Juan González y Dely Valdés. El Tenerife llegaba tocado. Ya había despedido a Víctor Fernández, y García Cortés haría el papel de interino, con el portugués Artur Jorge, anunciado como siguiente técnico, en la grada del Tartiere. El Tenerife formó con Andersson; Ballesteros, Moisés, Alexis, André Luiz; Chano, Vivar Dorado, Jokanovic, Felipe; Kodro y Makaay.

A la ocasión inicial del Tenerife, le siguió una fase en la que el Oviedo se fue encontrando más cómodo. La clave en el dominio azul estuvo en la presión ejercida por la medular. La orden de Tabárez era ahogar a Joka, pulmón chicharrero. La primera gran ocasión local llegó a la media hora, con un centro de Pompei que remató Dely: el balón se paseó cerca de la línea de gol. Pocos minutos después, el panameño se encontraba con el poste en su aparición en el área rival.

Los roles se acentuaron tras el descanso, con el Oviedo más cómodo en un campo que se iba haciendo pesado. A los 56 minutos, llegó la acción que desequilibró el partido. Una acción recordada por los que vivieron la jugada. Pompei buscó el barullo en el área con la derecha y la pelota le llegó a González, de espaldas al arco. No le importó. Se habilitó el balón con el pecho mientras se desplazaba hacia fuera. A la altura de la línea del área, completó un escorzo que le hizo impactar con la zurda en la pelota y alojar ésta en la red tras tocar en el larguero. Un golazo.

Lo intentó el Tenerife tras el gol, con Juanele en el campo y más riesgos, pero el Oviedo resistió. Esteban apareció en el añadido para, con una intervención magistral y la ayuda del poste, desviar lo justo un cabezazo de Jokanovic.

La victoria destapaba el optimismo en el Oviedo. "En Uruguay ya marqué unos cuantos goles así. Practico mucho estos remates en los entrenamientos", decía Juan González, autor de su sexto tanto en Liga (Dely acumulaba cuatro), mientras que fijaba "ser el máximo goleador de la competición" como uno de sus objetivos. La victoria situaba al Oviedo noveno, 17 puntos. Oteaba los puestos europeos, un sueño que se pretendía que fuera real.

Sin embargo, el desarrollo de la temporada no fue el esperado. El Oviedo acabó cayendo a puestos de promoción, salvada la situación ante Las Palmas, y la irrupción de Dely y Juanchi se quedó a medio gas: nueve goles cada uno en la Liga.

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