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Sufrir, sufrir, y volver a sufrir

El Oviedo actual es, por encima de todo, un equipo entretenido

Sufrir, sufrir, y volver a sufrir

Nadie podrá decir que el Oviedo actual - el que ha entrado como un volador en 2019- no es, al menos, un equipo entretenido. En ocasiones se le puede llamar defensivo, ramplón o inoperante - lo habitual en Segunda División, por otra parte- pero los guiones de los partidos no defraudan. De la épica en la victoria en Soria con el gol de Christian Fernández al sufrimiento extremo ayer frente al rico (pero muy pobre) Tenerife. Por sufrir, sufrió hasta Silvino, el utillero, al que solo le faltaba el bañador y la sombrilla a siete grados. Y es que en los partidos de los azules no hay momento para el sosiego, para disfrutar del juego concreto de algún jugador y dejarse llevar por el calor de un golazo, como el que anotó ayer el travieso Bárcenas.

En este Oviedo todo sucede a mil revoluciones. La tensión del campo, la aceleración de los jugadores, se traslada a la grada (pitos a Diegui y a Toché). Ayer, por ejemplo, cuesta creer que el Oviedo lo pasase mal contra los de Oltra, que no propusieron absolutamente nada. Pero así fue; el sufrimiento, parece gracioso decirlo, viene casi de la nada. Los de Anquela, claramente superiores a los tinerfeños, acabaron embotellados en cinco minutos agónicos en los que los carbayones eran incapaces de serenarse y dominar el balón. Por eso la sensación que da este Oviedo es un sí, pero no, un quiero y no puedo, una pizca, quizá, de mediocridad general.

Motivos para soñar, desde luego los hay: Tejera es un lujo, Bárcenas ha sido un acierto, Javi Hernández sigue en crecimiento y la defensa, ayer por lo menos, mejoró -en ello tuvo que ver la buena actuación de Christian Fernández, empañada por el enésimo gesto antideportivo en un pisotón a Carlos Ruiz-. De momento, pleno en 2019 con Almendralejo a la vista.

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