Para no saltarse el guion, Juan Antonio Anquela también dejó una rendija a la autocrítica tras la convincente victoria de Almendralejo. "A mí me gustaría que el equipo jugara más, que tuviera más la pelota", señaló. Fue la única nota crítica en una intervención en la que el técnico alabó el papel de los suyos: "Que el Extremadura no estuviera cómodo fue mérito de mi equipo". La puesta en escena en Almendralejo, con un equipo fuerte en la disputa, que defendió con orden y que supo oler la sangre cuando tuvo la oportunidad, dejó en el entrenador azul una de las sensaciones más dulces de la temporada. Por la victoria y por el contexto en el que crece el equipo, que ahora sí olfatea el play-off. El Oviedo que se vio ante el Extremadura se parece bastante al equipo que quiere diseñar Anquela.

Sobre todo porque el equipo está cerca de alcanzar la meta perseguida desde julio, la de la seguridad defensiva. El frente de batalla en el que el entrenador ha empleado más esfuerzos. En el Francisco de la Hera, los azules se impusieron 0-2 gracias a su control del juego y a una espléndida pegada. Pero el resultado solo pudo sujetarse gracias al armazón defensivo, que no concedió apenas oportunidades a un Extremadura que con 28 tantos es el cuarto conjunto de Segunda que más acierta. Los locales solo chutaron a puerta en una ocasión.

Ese único tiro en contra a puerta es el mismo resultado con el que se fue el Tenerife en su visita al Tartiere la semana pasada. El Málaga, hace 4 jornadas, solo inquietó a Champagne en un par de ocasiones. Con el paréntesis de Soria, donde el equipo ganó (2-3) pero no se comportó con la misma entereza, el Oviedo ha recibido cuatro disparos en los últimos tres choques. La media en estas tres actuaciones es de 1,3 chuts a puerta en contra, cuando la del total de la temporada es de 2,92.

Asegurada la retaguardia, todo transcurre de una forma más natural. Atrás quedan los tiempos en los que Anquela se afanaba por encontrar una identidad basada en la posesión y el 4-3-3 como esqueleto. Aquella prueba se evaporó cuando el equipo se llevó un par de reveses. Anquela meditó sus opciones, apurado por las lesiones, y decidió, como el curso pasado, refugiarse en el 5-2-3, el dibujo que buscaba cerrar con más gente por dentro y atacar por sorpresa por fuera.

El nuevo Oviedo, el que ha emergido en 2019, es más enérgico que lustroso. Es fuerte en la disputa, defiende con esmero y fía sus opciones en ataque al balón parado y al buen momento de sus hombres de ataque. Bárcenas es el mejor exponente de lo último. Ya no le da tanta importancia tratar de dominar con la pelota: en los tres duelos ganados este año ha tenido menos la posesión que su balón: ha disfrutado de él el 43,6% de media.