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Un encuentro con huella

Un precioso churro de Busto

El Oviedo echó al Albacete del play-off de ascenso a Segunda en 2013 con un gol del cántabro Fue la temporada de la celebrada ampliación de capital

Un precioso churro de Busto

Aquella tarde de domingo hubo lágrimas. Lágrimas de sufrimiento, esas que brotan después de haberlo pasado realmente mal. El Oviedo se jugaba el pase a la segunda ronda del play-off de ascenso en una temporada que, acabara como acabara, era para enmarcar: la 2012-13, la de la recordada ampliación de capital. El Albacete de Luis César Sampedro, equipo de autor, era la primera piedra en el camino. La ida acabó 1-0 en el Tartiere, gracias a un zapatazo de Héctor Simón. Renta insuficiente para ir al Belmonte con calma. El oviedismo sufrió aquella tarde. 2 de junio de 2013, como pocas veces se recuerda. Pero se agarró el equipo a un chispazo de Busto para alargar su vida en el sueño del ascenso, que chafaría el Eibar después.

Carlos Granero (junto a Carmelo del Pozo como preparador físico) había relevado a Félix Sarriugarte algunos meses antes, avalado por su lustroso currículum de ascensos a diferentes categorías, especialmente a Segunda B. "Doctor Ascenso" era su sobrenombre, con su consiguiente tirón comercial. Aquel Oviedo había acabado la temporada regular en el tercer puesto tras una marcha bastante regular, aunque lejos del líder, el Tenerife. Tocaba afrontar el reto por el camino largo.

En realidad, el play-off era considerado como un regalo si se echaba la vista algunos meses atrás. Toni Fidalgo había asumido el cargo al frente de la directiva con el objetivo de lograr la supervivencia, ahogada la entidad por las deudas generadas por el calamitoso paso de Alberto González. En el verano, se logró la llegada de Sarriugarte como entrenador y las incorporaciones de varios hombres. Muchos llegaron en el último tramo del mercado.

La idea inicial era simplemente competir, sin más objetivos ambiciosos, pero pronto Sarriugarte cogió la dinámica correcta e instaló a los azules en la zona noble. Lo sucedido en noviembre, la ampliación de capital, cambió la perspectiva. En el mercado de invierno llegaron cuatro fichajes: Fran Sol, Pepe Díaz, Héctor Simón y Orlando Quintana. Y, entonces, la exigencia fue mayor.

Desde esa nueva visión, la directiva ordenó el relevó en el banquillo, que sólo sirvió para cerrar la tercera plaza. El Albacete era la primera piedra y el choque del Tartiere, con un estadio engalanado para la ocasión, había concedido una ventaja jugosa. Pero había que cerrarlo en el Belmonte en un choque, en pleno junio, que se disputó a las 8 de la tarde de un domingo. No fue obstáculo para que viajaran 2.000 azules. Granero apostó aquel día por Orlando Quintana; David Fernández, Mantovani, Baquero, Álvaro Cuello; Héctor Simón, Aitor Sanz; Xavi Moré, Manu Busto, Casares; y Diego Cervero. El dominio del Albacete fue claro desde el primer minuto, pero los azules alcanzaron indemnes el descanso.

El duelo se agitó tras el intermedio. Calle hizo el 1-0 a los 52 minutos, en un cabezazo al primer palo en un saque de esquina. El Oviedo respondió de inmediato. Casares tiró la diagonal y encontró a Busto. El cántabro controló y se fijó en la meta manchega. Vio el hueco y chutó. El disparo, que siguió una trayectoria dubitativa, acabó colándose por el palo más corto. Un churro precioso, con toda la intención, que le daba al Oviedo una decisiva bombona de oxígeno.

Fue entonces cuando empezó el asedio. Tras una clara oportunidad de David Rocha, entonces en el Alba, llegó el premio manchego. Mantovani cometió un penalti y Calle no falló. Le quedaban al choque 20 minutos que se hicieron eternos para el oviedismo. Orlando apareció otra vez ante Jorge Díaz en un mano a mano en el tramo final. El equipo resistió y cerró el pase. La emoción se desató en la grada y en las calles de Oviedo. Preguntado después por el sufrimiento, Carlos Granero contestó en un exceso de confianza: "Nunca temí por la eliminatoria. Por eso viví el final tranquilo".

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