La atención de la grada del Tartiere se centra en el presente, que dice que el Oviedo se mantiene en la lucha por el ascenso a Primera División. Los despachos de El Requexón, en cambio, juegan a varios ritmos y en diferentes escenarios. A lo diario se suma la planificación a largo plazo, y en ese segundo apartado el Oviedo tiene ya bastante camino andado. El cambio en la política deportiva respecto a los últimos años se evidencia esta campaña, la 2018-19, segunda de Juan Antonio Anquela en el banquillo del club azul. El Oviedo, hoy por hoy -y a diferencia de las anteriores temporadas en Segunda-, tiene el futuro deportivo encarrilado, con casi toda la plantilla asegurada en marzo, cuando todavía quedan al menos 15 partidos de Liga sin contar un posible play-off de ascenso.
Un total de trece jugadores azules tienen hoy contrato para la próxima temporada, tras la reciente renovación automática de Toché, adelantada ayer por LA NUEVA ESPAÑA. Además, varios refuerzos de cara a la siguiente campaña pueden llegar del Vetusta. De momento es seguro que el mediapunta ovetense Borja Sánchez, que ya ha firmado su nuevo contrato azul hasta 2022, tendrá ficha del primer equipo, y en el club se valora que no sea el único canterano que se incorpore a la disciplina del primer equipo con ficha profesional.
De los jugadores que tiene el Oviedo en propiedad, sólo Forlín, Berjón y Diegui acaban contrato en junio. Con los dos últimos el acuerdo de renovación está a punto y no habrá problemas, salvo sorpresa. Carlos Martínez firmó por una temporada más otra en función de objetivos, aunque el club no facilitó los detalles de su contrato. El futuro del navarro se decidirá a final de curso en función de su rendimiento, que en los últimos partidos está siendo bueno. No obstante, la pujanza de Lucas desde el filial deja todo en el aire. Con los cedidos -un total de tres- se juega en otro escenario. El club intentará mantener a Bárcenas y a Javi Hernández. Las intenciones con Javi Muñoz, cedido por el Alavés, están por definir.
No obstante, el club siempre trabaja en dos posibles escenarios para el año que viene: Primera o Segunda. Y saben los responsables de la dirección deportiva que con un posible ascenso cambiarían mucho las decisiones por tomar y, por tanto, el hecho de que un jugador tenga un contrato no le garantiza la continuidad cien por cien. La salida de un jugador con contrato en vigor, eso sí, implicaría acuerdo o indemnización.
El Oviedo, además, como hizo también la pasada campaña, ya ha tanteado a varios futbolistas de cara al año que viene. Uno de ellos es Pape Diamanka, centrocampista del Numancia, que no renovará.
En la reciente campaña se ha evidenciado más que nunca el cambio en la política deportiva del Oviedo. Ya no se apuesta por futbolistas con contratos cortos, revisables únicamente a final de temporada. Ésa fue la fórmula en los primeros andares del Oviedo tras la vuelta al fútbol profesional, con Carmelo del Pozo como secretario técnico y Joaquín del Olmo supervisando todas las decisiones. Se pretendía no hipotecar el futuro de la entidad con ataduras de futbolistas que luego podrían no entrar en los planes de otro entrenador. En 2018, con un Oviedo saneado y sin deuda, el plan ha cambiado. Ahora la entidad ficha a jugadores para varios años -Joselu, por ejemplo, firmó por cuatro- y las renovaciones de los futbolistas en los que hay confianza llegan muchos meses antes de acabar la Liga. Con el grueso de la plantilla renovada, el que está pendiente de seguir más allá de junio, además de Anquela, es el secretario técnico azul, el primer responsable en la confección de la plantilla, Ángel Martín González, con un perfil extremadamente discreto desde que llegó a Asturias en el verano de 2016.
