La primera gran decisión de Del Olmo fue arriesgada. Confió el mando de la nave a Roberto Robles, que accedía al cargo desde el juvenil. El asturiano no logró enderezar la nave y el Oviedo se quedó fuera del play-off. Robles sumó el 50% de los puntos.
Para la 2014-15, el elegido fue Egea. Arturo Elías, desde México, dio la orden final. "He sido elegido en un casting", explicó el argentino con naturalidad. Por el camino se había caído "el Profe" Cruz por una cuestión burocrática. Con Egea llegó una plantilla ambiciosa. El sentido común del entrenador hizo el resto: el Oviedo ascendió y se proclamó campeón de Segunda B. Parecía lógico que Egea siguiera. El curso 16-17 iba por el buen camino hasta que en marzo de 2016, el argentino explotó en un entrenamiento. Mostró su malestar de manera pública y después dimitió. Dejó al Oviedo con la marca de 71 encuentros ligueros (77 si se suma la Copa), con el 53,5% de los puntos ganados.
Generelo, sin experiencia previa, le relevó, en una decisión impulsada por Del Pozo, secundada por Del Olmo y con el visto bueno de Elías. La apuesta no salió bien. El Oviedo cayó al noveno puesto con una pobre aportación del nuevo técnico: solo conquistó el 33,3% de los puntos.
Para la 2016-17, México volvió a llevar la voz cantante y eligió a Fernando Hierro. El Oviedo rondó los puestos de play-off pero se cayó al final. La temporada agridulce dejó un saldo del malagueño del 48,4% de los puntos sumados. Insuficiente para triunfar.
Y ahí, en el verano de 2017, es donde aparece Anquela y protagoniza la escena ya descrita. Ha pasado año y medio y, tras un séptimo puesto el curso pasado, el técnico tiene al Oviedo en la pomada, rozando el play-off. Su contrato vence el próximo 30 de junio, pero nadie ha dado ningún paso al frente para la renovación. El entrenador sigue con su máxima del día a día. El domingo será el entrenador con más experiencia en Oviedo desde la llegada de Carso. Un recorrido a contracorriente en los tiempos que corren.
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