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Un bache doloroso para el Oviedo

El derbi agrava la mala racha azul: un triunfo en cinco encuentros

Toché, Folch y Javi Hernández, ayer, en El Requexón. LAURA CARADUJE

El fatídico mes de marzo, gafe para el Oviedo en las últimas temporadas, le ha vuelto a dar una bofetada a los de Juan Antonio Anquela en su lucha por el play-off. La derrota en el derbi ante el Sporting, avivada por la polémica arbitral y especialmente dolorosa por la trascendencia del choque, aumenta el bache carbayón en el momento definitorio del campeonato, cuando quedan diez partidos de competición regular sin contar el del Reus. Los números delatan el socavón: una victoria en los últimos cinco partidos y cuatro puntos de quince posibles desde el empate contra el Albacete en el Carlos Belmonte (0-0).

El equipo, además, atraviesa una profunda sequía ofensiva en las últimas citas: tres goles a favor en cinco partidos, por otros tres en contra. El Oviedo no canta bingo lejos de Asturias desde hace más de un mes, el 9 de febrero, en la victoria contra el Elche, y en las dos últimas salidas su bagaje ofensivo se resume en dos disparos a puerta -los dos tiros del domingo en El Molinón-. Esas dos citas, ante el Mallorca y el Sporting, eran claves. La primera, por ser un rival directo por el play-off, y la segunda, por ser el rival histórico. El ánimo del vestuario del Oviedo, no obstante, se puede calificar de tocado, pero en ningún caso resignado.

Saúl Berjón ofreció la lectura de la situación del grupo en El Molinón: "Hace poco nos dieron por muertos y estamos más vivos que nunca". Palabra de uno de los pesos pesados del vestuario, que ya apunta hacia lo necesario de una reacción. El Oviedo, todavía caliente por el arbitraje en el derbi, se encomienda al Tartiere como salvavidas cuando el objetivo sigue estando a tiro de piedra. A los de Anquela les vienen tres partidos seguidos en su feudo, debido a la expulsión del Reus por parte de la Liga.

Ocasión perfecta, creen en el vestuario, para enderezar el rumbo y llegar con la flecha para arriba. Esta semana, no obstante, las instrucciones pasan por centrarse únicamente en el próximo rival.

Ni una sola palabra más allá del Dépor, gallito de Segunda, que llega al Tartiere el domingo (18.00 horas) en un mar de dudas, con solo una victoria en cinco encuentros. El siguiente duelo será contra Las Palmas, después el Oviedo descansará en la jornada que le tocaría ante el Reus y el 21 de abril el Córdoba cierra en el Tartiere las tres jornadas seguidas en casa para los azules. Al Oviedo no le queda otra que hacerse fuerte en el Tartiere para lograr el objetivo de la temporada e intentar luchar por el ascenso. La misión inmediata, pues, pasa por el estadio azul a corto plazo, precisamente en la temporada con uno de los peores registros como local en las últimas campañas. Los azules, si solo se contasen los partidos en el Tartiere, son el décimo equipo en la clasificación de Segunda División. De quince partidos ha ganado ocho, con cinco empates y dos victorias. Ha logrado 29 puntos de 45 posibles, el 64% del total. El año pasado a estas alturas el Oviedo era más fiable como local, tenía cinco puntos más con los mismos partidos jugados, además de diez victorias -dos más que ahora-. Era, en cifras globales, el sexto clasificado de Segunda en su feudo.

Cerrar un mes maldito con bajas claves. El tercer mes del año, salvo en la etapa de Hierro en el club, ha sido clave en el Oviedo durante las tres últimas temporadas. Los resultados en marzo lastraron las opciones azules para el play-off y anticiparon la caída en el último tramo del campeonato: en la campaña pasada, cinco puntos de quince; con Hierro, la excepción, siete de doce, y con Egea, el hundimiento, tres de doce en un periplo que se cerró con la dimisión del entrenador y la llegada de David Generelo al banquillo. Marzo es, por tanto, un mes clave en el Oviedo desde el ascenso, y en la presente campaña se cerrará el domingo ante el Dépor. En la cita no estarán por acumulación de amarillas dos hombres clave en las últimas semanas: Carlos Hernández y Javi Muñoz, que serán baja. Forlín, inédito en 2019, podría tener su momento y Folch, suplente inesperado en El Molinón, salvo sorpresa, regresaría al once.

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