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Bárcenas adelantó a los azules y Quique puso las tablas

Bárcenas adelantó a los azules y Quique puso las tablas

Dentro, en el césped, el Oviedo puso de su parte con un notable despertar. Antes de que el Tartiere carburara de verdad, bocinazo a bocinazo destino Tebas, Berjón puso un centro, Joselu tocó de refilón la pelota y Bárcenas, solo en los morros de Dani Giménez, la remató de cabeza a la red. Un subidón antes de lo previsto que retumbó fuera del estadio, donde apuraba la protesta la mayoría de la hinchada, ovacionada de regreso a la grada.

Con la vitamina en vena y las pulsaciones aceleradas, por el gol y por todo lo demás, los azules se sintieron cómodos en la primera parte, muy sueltos en el cara a cara con un Deportivo con más finura que empaque, perdedor en intensidad y ambición. El Oviedo, con cuatro novedades respecto a Gijón y con Jimmy en el centro metiéndole al asunto el corazón de canterano, buscó una y otra vez el envite por el lado de Berjón, de nuevo muy activo, y encontró equilibrio en Folch. Ambos fueron protagonistas de un ¡uy! claro, otro centro del ovetense desde la izquierda y un remate forzado del catalán.

Presionaba bien el cuadro carbayón, bien acompasado por Jimmy, y salía con peligro por el carril del diez azul, imán de todas las opciones de ataque.

Al Deportivo, que asomó por el Tartiere con Carlos Fernández en punta de lanza y otra vez el rombo incrustado en el 4-4-2, le costó de primeras quitarse de encima la presión azul, pero metió el miedo en el cuerpo cada vez que lo consiguió. Caballo no atinó desde la frontal y Quique largó un zurdazo raso desde la frontal al que respondió excelentemente Champagne con una manopla estupenda. El meta argentino volvía a dejar su sello. Era el minuto 25.

Los dos sustos coruñeses amortiguaron de alguna manera el ímpetu inicial azul. El Deportivo, equipo ofensivo, estaba ahí, preparado para morder, con el estupendo Quique como principal amenaza. Pero el Oviedo mantuvo la seguridad y el buen tono hasta el descanso, agitados por sus dos extremos: Berjón y Bárcenas. El panameño soltó un punterazo que se fue alto.

El partido era entretenido y equilibrado. El Dépor jugaba a partir del balón, marca de su entrenador, y el Oviedo buscaba sus espacios para clavar el aguijón. Una llegada de Berjón y una falta de Carlos Fernández que despejó Champagne fueron el preludio del empate, siete minutos después de la reanudación. Demasiado pronto para los intereses azules. Fue una combinación magnífica entre los dos delanteros deportivistas. Carlos Fernández puso un centro magnífico desde la izquierda, rosca perfecta por delante de la defensa, y Quique remató de primeras a la red. Golazo.

El bingo dio alas al equipo gallego, que tomó la manija ya sin miramientos y se adueñó del partido. Sin embargo, el Oviedo mantuvo el tipo, al contrario que en otras ocasiones, concentrado e intenso siempre. Natxo envidó con un doble cambio y Anquela respondió dándole carrete a Ibra por Mossa y situando a Bárcenas en el carril zurdo. El pulso, entonces, se volvió definitivamente precioso, de lo mejor en el Tartiere esta temporada. Dos equipos valientes, cada uno a su manera, aceptando el choque de alternativas: al cabezazo de Vicente Gómez que se paseó por el área azul respondió un zurdazo de Berjón y un penalti reclamado por Ibra. A otra parada de Champagne respondió Dani Giménez sacando de la escuadra una falta lanzada por Berjón. Ahí murió el duelo, con dos equipos mostrando orgullo por ganar y por protestar, porque el aficionado es lo primero. O eso dicen.

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