Logroño, ÁREA, 11

Golpe de efecto del Oviedo B. No vencía a domicilio desde diciembre pero llegó a Las Gaunas para sumar tres puntos y creerse lo de meterse en la fase de ascenso. Todo pese a un 2-0 pasada la media hora. Pero el tanto de Ernesto, al filo del descanso, y un gran arranque de la segunda mitad permitió dar la vuelta al marcador. Además, el cuadro de Javi Rozada se rehízo tras el empate a tres para aprovechar un error del Logroñés y dar un golpe encima de la mesa.

El balón como medio y como fin. Logroñés y Oviedo B querían construir desde atrás. Unos, los blanquirrojos, quizá buscando un juego más vertical, de menos pausa y combinaciones para alcanzar el área rival; mientras que los otros, los carbayones, tratan de ser más pacientes con el esférico, de ir superando líneas de manera más ordenada en aras de generar la superioridad en tres cuartas partes del campo. Todo ello aderezado de velocidad en las acciones, mucho ritmo e intensidad. Lo que sobre el papel se vaticinaba un duelo de llegadas, se convirtió en una lucha territorial por mandar sobre el césped durante los veinte minutos iniciales.

En ese escenario, el Oviedo B sufría cuando se desordenaba, cuando perdía la pelota y su oponente montaba una transición ofensiva. Ahí generaba peligro el cuadro local aunque sin culminar. Una de sus virtudes está en sacar provecho de los robos y los espacios que deja el contrario a su espalda. No necesita mucho, aunque tampoco le hace ascos a elaborar, tocar y buscar alternativas con un juego más controlado. De ahí, que sin que pasara nada una arrancada del lateral izquierdo Iñaki terminó en saque de esquina a favor de la UD Logroñés. Salvador la puso de lujo al segundo palo, Lucas Díaz midió mal y Bobadilla, libre de marca, ponía el interior para marcar a puerta vacía. Ahí se resquebrajó el filial ovetense. Tuvo varios minutos de pájara que le pudieron costar muy caro.

Y cuando daba la impresión de que el Oviedo B reaccionaba fue castigado por una mano, involuntaria y de rebote de Lobato, dentro del área. Rayco no perdonó y estableció el 2-0. Sin embargo, el equipo de Javi Rozada empezó a creer después de que Ernesto rematara de cabeza una falta lateral, sacada por Lobato, y redujera diferencias un poco antes de alcanzar el descanso.

La segunda parte empezó frenética para el equipo que iba perdiendo. El Oviedo B salió lanzado y logró el empate por medio de Sandoval. La UD Logroñés no reaccionó y los oviedistas lo aprovecharon para marcar el tercero por mediación de Ernesto, a falta de media hora para el final.

Los locales dieron un paso adelante y se encontraron el premio del empate con poco. La contienda iba y venía. La euforia aparecía y se rebajaba en cuestión de minutos. Tanto que Ernesto, arma desequilibrante de los visitantes, era más listo que Bobadilla para hacer el 3-4.

El último cuarto de hora fue un querer y no poder de un cuadro local nervioso, ansioso, con poco fútbol, con corazón y bastantes imprecisiones en los pases que sufrió un frenazo en sus aspiraciones de buscar la segunda plaza, todo lo contrario que el cuadro ovetense que puede creer en la fase de ascenso.