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Segunda División

Japo: de Regional a Primera

El allerano, aupado por un periodista al primer equipo azul, congregó a 15.000 aficionados en las gradas en un encuentro del Vetusta

Japo: de Regional a Primera

El fútbol imita a la vida, o al revés, y la casualidad o la fortuna importan a menudo tanto como el trabajo o el talento. En 1994, por ejemplo, Harry Redknapp, técnico por aquel entonces del West Ham, de la Premier, hizo debutar a un tipo llamado Steve Davis en un partido de pretemporada frente al Oxford City, conjunto regional. El episodio, llevado a un documental recientemente por el programa "Informe Robinson", no pasaría de anécdota si no fuese porque la experiencia de Davis con el fútbol hasta ese momento se reducía a partidillos con los amigos los fines de semana. Davis se había dedicado toda la primera parte a vociferar y recriminar a Redknapp, que, tras una propuesta insólita al hincha, acabó sacándolo al campo como jugador tras el descanso, bajo el cachondeo general del público, no más de 2.000 personas.

En Oviedo, 22 años antes de ese episodio, un 19 de noviembre de 1972 un tipo llamado Ángel Hermida Pérez, "Japo", (Moreda de Aller, 1947), debutaba con el primer equipo azul en un partido frente al Espanyol (1-2), en Primera. La historia tampoco sería llamativa si no fuese porque Japo, pocos meses antes, repartía fruta en un camión y jugaba en Segunda Regional. Delantero rematador, Japo se hinchó a marcar goles en el Río Negro de su concejo natal y se convirtió en un personaje popular en Asturias, a lo que también contribuía su peculiar apodo. En los setenta no había redes sociales y los goles no se colgaban en Youtube. Los medios jugaban un papel esencial en alentar a las masas. Y Japo, sin él quererlo, tenía el admirador más influyente por entonces. Ricardo Vázquez-Prada (Pola de Siero, 1912, Oviedo, 1986), histórico periodista asturiano, se hacía eco de los logros de Japo en regionales en sus crónicas y en sus muy seguidas secciones en prensa y radio. "Y Japo, mientras tanto, en el Río Negro...", decía muchas veces en su comentario radiofónico cuando el Oviedo cosechaba un mal resultado. Japo adquirió una notoriedad inusitada. Del barro y los campos de arena de regionales había nacido una estrella en el panorama deportivo asturiano sin ni siquiera ser profesional.

Y lo que hoy sería impensable, acabó sucediendo: el Oviedo fichó a Japo en octubre de 1971. "Era un chaval muy normal, la presión no le vino grande y en el vestuario lo aceptamos muy bien. Sí que es verdad que su llegada fue algo muy raro, casi increíble, pero el que mete muchos goles los puede meter en Regional o donde sea", recuerda el exjugador Vicente González-Villamil. "Fue algo inverosímil, ahora es imposible que pase lo de Japo. Pero es que de aquella a nosotros también nos parecía imposible. Y eso que con nosotros él no lo hizo nada mal?", añade el exfutbolista azul Uría.

La presión mediática y popular (el fenómeno Japo ocupaba los debates futboleros) no se quedó en su fichaje. Japo firmó con los azules, entrenaba con el primer equipo y jugaba con el filial. El foco mediático, pues, estaba en el Vetusta. Metió dos goles ante el San Martín y, en su primer partido con el filial en casa, ante el Juvencia, 15.000 personas acudieron al antiguo Tartiere (la entrada media actual ronda los 14.000 espectadores). "¡La gente fue para ver a Japo! Las entradas costaban cinco duros y se agotaron las localidades", rememora Vicente.

Meses después llegó su debut con el Oviedo. Japo pasó de las modestas casetas de los campos de los pueblos de Asturias a compartir vestuario con figuras como Marianín y Galán, internacionales con la selección. En aquel primer partido contra el Espanyol estuvo a punto de meter un gol. "Si marco igual estoy cinco o seis años en el Oviedo", bromeaba años después el propio Japo en LA NUEVA ESPAÑA. Ante los periquitos, jugó 35 minutos y, varias jornadas después, otros 10 contra el Deportivo en Riazor. Un total de 45 minutos fueron suficientes para acabar de forjar una popular leyenda que durante meses fue la comidilla del oviedismo. "La gente estaba con él, era un fenómeno. Pasaba cualquier cosa y ya se hablaba de Japo. Después de que dejase el Oviedo no supe más de él", zanja Uría. Tras su aventura, fue cedido al Avilés y más tarde jugó en el Mosconia. Dejó el fútbol con 27 años y se ganó la vida como taxista. Lleva unos años retirado y vive en La Corredoria. Pero su mito pervive.

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