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Oviedista hasta el final

José Antonio González, que cumplía 50 años como abonado, falleció días antes de que el Oviedo le entregara la insignia por su fidelidad

Oviedista hasta el final

Su carácter no iba con las grandes reuniones. Huía del protagonismo. Le incomodaba. Pero le hubiese gustado estar allí. Entre los socios del Oviedo que el pasado jueves fueron distinguidos por el club en el antepalco del Tartiere al cumplir 50 y 75 de abonados, había una ausencia notable. José Antonio González (Sograndio, 1933-Oviedo, 2019) no pudo cumplir lo que para él, sobre todo, era una ilusión en vida.

Fallecido el 5 de marzo, a los 86 años, González, jubilado de Ensidesa, se quedó a un mes y seis días de cumplir un sueño. Su sobrino, José Luis García, ojito derecho de González, acudió en su lugar al Tartiere para recoger la insignia por los cincuenta años. La ovación de la sala fue atronadora, aunque él no la pudo escuchar. González era el abonado número 279, tenía el asiento en la grada Ería, pero desde hace varios años ya no acudía al campo debido a su edad.

Seguía con nervios los partidos por la televisión. "Le hubiese hecho mucha ilusión recoger la insignia de 50 años de socio, aunque yendo al campo ya son muchos años más, desde pequeño. Era un hombre muy reservado, pero oviedista total. Forofo, forofo... Del Sporting mejor ni hablar. Fue la persona que me llevó al campo desde pequeño. Con él, del Oviedo, las vi de todos los colores. En los noventa tirábamos almohadillas juntos", recuerda ahora García, policía nacional de profesión, que además es hijo de José Luis García Vega, exdirectivo azul en la década de los setenta, con la directiva del expresidente Jesús Riesco Morán (1977-1979).

El tío de García, como pasa con los oviedistas más veteranos, vio al Oviedo codearse con los más grandes, en Primera División, y también sufrir en la caída al barro. "En Primera viajábamos a todos los sitios. Recuerdo ir con él a San Mamés, Riazor... Pero también los campos de Segunda B y Tercera. Cuando pasó lo de 2003 fue un palo, pero estuvimos siempre apoyando", relata García.

Pero González, antes de la caída, tuvo el lujo de ver al Oviedo temible. "Hablaba siempre de Herrerita y presumía de haber visto jugar a la delantera eléctrica. También hablaba mucho de Antón. Pese a todo lo que pasó el Oviedo, nunca perdió la pasión", rememora García.

De la pasión compartida con su tío recuerda, sobre todo, dos momentos emotivos: los ascensos a Primera y a Segunda B, ambos en Mallorca. "Vi los dos con él por televisión desde casa. El empate a cero contra el Mallorca en el 88 y los penaltis contra el filial en 2009. Nunca se me olvidará. Lo festejamos mucho, como locos. Imagínate, después de todo lo que pasó el Oviedo", evoca su sobrino.

En la memoria de un hincha, suele pasar, quedan momentos grabados. Capítulos inolvidables que se quedan en el recuerdo. González siempre rememoraba una fecha especial: la del 21 de febrero de 1956. El Oviedo ganó ese día en El Molinón (0-6) y a González, que por aquel entonces era un veinteañero, se le quedó grabada la alineación azul: Pita; Toni, Facio, Alvarito; Falín, Toni II; Cuervo, Alsúa, Aloy, Lalo y Castro. "La recitaba de memoria, y también un poema que se hizo popular en la época", explica su sobrino.

Curiosamente, González ya vivía cuando se registró la mayor goleada a favor del Oviedo en la historia de los derbis asturianos. Fue en la temporada 1933-1934, y los carbayones ganaron 2-8 en El Molinón, en un partido del campeonato regional.

Infinitos recuerdos que hubiesen salido a relucir el pasado jueves en el acto del Tartiere. Ahí, las anécdotas de los veteranos volaban de un rincón a otro de la sala. De Herrerita a Carlos, pasando por Cervero. García tomó aire cuando por megafonía sonó el nombre de su tío, fallecido. Saludó al presidente y a los consejeros y posó para la foto oficial.

"Sobre todo me dio mucha pena que mi tío, por solo un mes, no llegase a recoger la insignia. Se la merecía. Me acordé mucho de él en ese momento", dice ahora.

A García, que tiene 45 años -41 como socio- le queda poco para recoger su propia insignia con muchos menos años que su tío. Lo llevará en el recuerdo en ese momento y, además, se acordará del último encuentro que vio con él: la victoria del Oviedo en Elche in extremis con un penalti anotado por Toché.

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