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Egea, forjador de talentos

El entrenador del Oviedo dirigió al del Málaga, Víctor Sánchez del Amo, en el filial del Madrid hace 23 años | Los testigos de aquel equipo, que acabó cuarto en Segunda, alaban la capacidad del argentino para llegar al futbolista

Víctor Sánchez del Amo, como jugador blanco.

Guti era el indomable. El espíritu libre. El típico talento difícil de encauzar. Junto a él, una generación brillante con la impronta del Real Madrid. Estaban los centrales Fernando Sanz y García Calvo. El incisivo extremo Álvaro Benito. En el lateral, un Joyce Moreno que haría carrera después en el Oviedo. La banda derecha era para Víctor Sánchez del Amo, actual técnico del Málaga. Era el Madrid B de la temporada 1995-96, un equipo que aún se recuerda en Valdebebas por su estilo y por los nombres. Su legado, un cuarto puesto y un puñado de futbolistas que se hicieron hueco en Primera. Al frente del tinglado, un técnico que supo exprimir el talento. "A los filiales a veces les cuesta competir, pero el entrenador logró que lo hiciéramos de la mejor manera. Era un equipo con personalidad; rápido, agresivo y valiente", recuerda Álvaro Benito. "Y eso fue mérito del entrenador. Sergio Egea es uno de los mejores técnicos que tuve en mi carrera", recalca.

El choque del lunes (21.00 horas) entre Málaga y Oviedo servirá para reunir de nuevo a dos exponentes de aquel equipo. Víctor Sánchez del Amo dirige a los malacitanos, oposición del Oviedo de Egea en su lucha por el play-off. Sus caminos coincidieron hace 23 años.

Jorge Valdano dirigía por entonces al primer equipo del Madrid y Sergio Egea llegó al filial de su mano. Era su primera experiencia como técnico en el fútbol profesional. Y salió redonda. "Era un entrenador joven (38 años por entonces) que irradiaba energía e ilusión. Y era muy positivo", recuerda Joyce Moreno. Álvaro incide en sus virtudes: "Sergio era cercano y empático. Sabía cómo llegar al futbolista, cómo dar con la tecla".

El tiempo hace cambiar a las personas, pero en el caso de Egea su mayor virtud sigue siendo la misma más de dos décadas después. "Sabía cómo tratar a cada jugador. Yo, por ejemplo, era un poco díscolo, rebeldillo. Si tenía el día cruzado, sabía cómo llevarme", señala Moreno. Para Álvaro, su experiencia en el filial se condensa en un par de meses, antes de dar el paso al primer equipo. Tiempo suficiente para ensalzar a Egea: "Me daba mucha libertad en el campo, pero también me exigía. Me sacó mucho jugó".

Moreno y Álvaro eran dos de los talentos que se forjaban en aquel equipo. Como Víctor. Pero los focos eran para el media punta. Un rubio con una zurda mágica al que Egea le dio carrete. "El media punta titular, Kiko Torres, se rompió el cruzado y subió Guti del Madrid C. Al principio jugaba un rato, luego se hizo con el puesto. Egea le dio protagonismo y Guti se salió", relata Álvaro. Y vaya si se salió: Valdano le hizo debutar con el primer equipo y Arsenio Iglesias, que acabó la temporada, le reclutó en el tramo final. "Guti siempre me dice que aquel año con Egea fue uno de los que más disfrutó del futbol", señala Moreno.

El Madrid B de Egea acabó cuarto en Segunda. Un temporadón. "Creo que si no hubiera subido tanta gente con el primer equipo al final podríamos haber acabado campeones", indica Álvaro. "El mérito fue que gran parte de aquella plantilla acabamos haciendo carrera en Primera", interviene Joyce Moreno.

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