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Este club nunca se rinde

El Oviedo lo tiene casi imposible, pero está obligado a luchar al máximo por la promoción mientras haya opciones

Este club nunca se rinde

Anda la tropa oviedista más bien alicaida tras el partido de Málaga, donde, por mucho que diga y de vueltas al vídeo el felizmente recuperado Sergio Egea, los nuestros fueron inferiores al rival y no mostraron en ningún momento, salvo en los compases más iniciales del choque, sensación de poder llevarse al menos un punto. En todo caso, hace muy bien el míster en no lanzar mensajes pesimistas o que pongan en duda la capacidad de la plantilla, cuando la realidad es que aún quedan posibilidades matemáticas y que, por lo tanto, no hay que tirar la toalla ni en el campo ni en la grada. Y es que lo que hoy es negro mañana mismo puede no serlo tanto. ¿Y si a los nuestros les da por ganar en el Tartiere y el resto de resultados de la jornada acompañan? ¿Hay algún oviedista que no se vendría arriba, aunque fuera en la intimidad? Llegar a la promoción de ascenso está muy complicado, de acuerdo. Es prácticamente imposible, de acuerdo. Se necesita un milagro, de acuerdo. Pero, oiga, algún día tendrá que suceder ese milagro que beneficie al Oviedo y no al rival de turno. Tras las desgracias sufridas, algún golpe de suerte tendrá que sonreir a esta ejemplar afición. En esta situación, el discurso debe ser realista, no hay que vender humo porque no colaría, pero, como oviedista, el que esto suscribe no está dispuesto a que el plantel y el cuerpo técnico se entreguen o se vengan abajo mientras quede un resquicio para colarse en la promoción. Hay que darlo todo hasta el último segundo del último partido.

Lo que empieza a preocupar, a la vista de las últimas informaciones, es que el club no sea capaz de aprovechar, por la razón que sea, la magnífica hornada de futbolistas del Vetusta. Hay grandes jugadores en ese filial que tan brillantemente ha dirigido Rozada, un técnico que, aunque se aleje temporalmente, no debe salir del radar azul. Se lo ha ganado a pulso en el banquillo de El Requexón.

La estelar irrupción de Jimmy ha dejado en evidencia a más de uno y pone de manifiesto que tirar de la cantera no consiste en que los chicos jueguen cinco minutos al final de un partido intrascendente y porque no hay otro a quien poner. También que en el filial hay nivel más que suficiente para no fichar cada año un ramillete de medianías de fuera. El potencial de los muchachos permite centrar los esfuerzos económicos en jugadores que sean capaces de marcar la diferencia y de dar al equipo ese plus que parece faltarle para optar con mayores garantías al cambio de categoría. Seguro que Michu, emblema de El Requexón, sabrá gestionar bien la cantera y se convertirá en dique de contención a la salida de nuestras grandes promesas. Conviene ir trabajando en ello, pero sin olvidar lo primordial, que el Oviedo sigue con opciones y que este club nunca se rinde.

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