En tiempos electorales, con el reencuentro con las urnas en cuatro días (el domingo hay elecciones europeas, autonómicas y municipales), se acumulan las promesas. Proyecto por aquí, idea por allá. Y diálogo, sobre todo mucho dialogo. El Real Oviedo, como no, es uno de los temas recurrentes. Porque es el equipo de la ciudad y porque el Carlos Tartiere ("en mal estado", coinciden los alcaldables) es de gestión municipal. Para muchos un marrón que hay que asumir. No queda otra.
Los candidatos a la Alcaldía de Oviedo de los principales partidos desgranan sus propuestas relacionadas con el club azul en LA NUEVA ESPAÑA. Solo dos de ellos -Wenceslao López (PSOE) e Ignacio Cuesta (Cs)- son abonados del club. Unos vía telefónica (Ciudadanos, PSOE, IU y Foro) y otros por cuestionario escrito (PP, Somos y Vox), responden sobre los temas que estarán encima de su mesa si salen elegidos: los accesos al Tartiere, el césped y la iluminación del estadio, la sectorización, las marcas (el Oviedo las valora en 3,273 millones), un posible patrocinio del Consistorio en la camiseta del club y la construcción de una ciudad deportiva.
Si los nuevos tiempos políticos van de ponerse de acuerdo, con el Oviedo chocan. Los siete defienden a siete colores políticos diferentes, pero el único consenso va de tonalidades. Coinciden en que se deben pintar los asientos del Tartiere -actualmente grises- de color azul. Poco más. PP y Somos son los más atrevidos en sus promesas. Si los populares prometen una nueva ciudad deportiva en El Cristo, los morados quieren "reinaugurar el estadio". Ciudadanos se mueve con cautela. Quiere dedicar una puerta en el Tartiere a Arturo Elías y en el resto de temas se pone en manos del club. El PSOE llama a seguir con los "avances" de estos años y Vox, que se podría estrenar en el Consistorio, cree que la prioridad es arreglar los accesos por la seguridad. IU desvela que tendrá muy pronto una reunión con el club para tratar todos los temas y Foro, en especial, carga contra la tasación de las marcas del Ayuntamiento. Mientras, el Oviedo se mueve y escucha. A un lado y a otro. Y desconfía de casi todos.
