Es una pena que por este medio no se pueda publicar la foto en la que aparece el niño de 9 años Nico Martínez llorando al finalizar el partido de Lugo, con sus ídolos reunidos en el centro del campo al final del partido haciendo el no sé qué, la verdad.

Aun así, Nico saco fuerzas de flaqueza para acercarse al pasillo de entrada a los vestuarios y ponerles la mano para que la chocaran sus ídolos, después de tan buena actuación. Tuvo suerte, dos se la chocaron.

A los diecisiete futbolistas convocados les diría que equipo se hace con esos detalles y no con palabras que cada vez parecen más vacías; si después del partido del domingo ves la manita de un crío de 9 años con camiseta azul, bufanda azul, gorra azul y lágrimas en los ojos, ¡párate al menos, mírale a la cara y dale la mano! Y no considero válidas las típicas disculpas de: pulsaciones, el momento, el barullo que no había ya que era zona de afición local, etcétera. Pesan mucho menos que la ilusión de un niño de 9 años que viajaba con su equipo del alma por primera vez en su vida, que a las 5.30 de la mañana ya estaba despierto debido a los nervios y la ilusión del viaje y acabo viendo lo que todos los carbayones vimos.

Saúl, Cristian, esos detalles son los que hacen equipo.

El domingo próximo ahí estaremos toda la familia de nuevo con Nico a la cabeza, socio por cierto desde el mismo día que nació, gritando ¡Hala Oviedo!

Juan Manuel Martínez,"Pumpi"Cuero