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Gorriarán | Exjugador del Oviedo

"Si no fuera por el Oviedo, habría sido un jugador de Tercera"

"En aquella época todos querían ser Brad Pitt, rubios y con ojos azules; nosotros, no: nos adaptamos a lo que teníamos"

"Si no fuera por el Oviedo, habría sido un jugador de Tercera"

Gorriarán era algo así como un antihéroe que vestía de azul. Ni marcaba los goles ni lucía una técnica depurada. No se llevaba los flashes. Pero era uno de los favoritos de la grada.

- ¿Por qué era tan querido?

-Supongo que a alguien que lo da todo no se le puede pedir más. Y eso es básicamente lo que pasaba conmigo: que tampoco se esperaba mucho de mí.

Antonio Gorriarán (Muskiz, Vizcaya, 1961) llegó al Oviedo en 1986 procedente del humilde Sestao para tratar de hacerse un hueco en un equipo deprimido en Segunda. Tenía 25 años y muchos dudaron de sus cualidades. Lo que pasó a partir de entonces es una de las historias más recordadas en el oviedismo en los últimos 40 años. Porque aquel defensa cuajó y se hizo un nombre en el fútbol. Y, sobre todo, porque aquel Oviedo creció y creció: ascendió y se consolidó en Primera. Plantó cara a los grandes en un Tartiere inexpugnable. Incluso paseó su nombre por Europa. Toni Gorriarán fue parte de todo eso (nueve campañas en el Oviedo, de 1986-87 a 1994-95) con un estilo propio: pragmático, alejado de la estética. Unas maneras que enamoraron al Tartiere.

- ¿Nostalgia?

-Mucha. Todo lo referido a Oviedo son buenos recuerdos. Vivimos una época preciosa. Logramos grandes cosas y me integré de una forma genial. Mis dos hijas (Sandra y Paula) son carbayonas y lo llevan con orgullo.

- ¿Cómo llega al Oviedo?

-Es Vicente González Villamil el que me ficha. Tenía otra oferta del Deportivo, pero hablo un par de veces con él y lo tengo claro. Había algo de Oviedo que me llamaba más que La Coruña.

- ¿Le cuesta al principio?

-El primer año es más duro, pero me adapto bastante bien. Y Oviedo tiene algo que desde el principio me engancha. Mi mujer también se adaptó bien y al año tuvimos nuestra primera hija. Hicimos amigos rápido.

- Durante siete años no baja de los 30 partidos por temporada?

-No sé, supongo que tuve suerte. A mí el Oviedo me cambia la vida. Si no fuera por el Oviedo, hubiera sido un jugador de Segunda B o de Tercera. ¡A saber! Pero estar ahí me permitió ser futbolista de Primera. Todo jugador, salvo excepciones como Messi, depende del equipo. Los futbolistas son componentes. Muchos no reconocen la suerte que tienen por estar en Primera.

- ¿Pero algo tendría para jugar siempre?

-Es verdad que participaba mucho. Algo aportaría. Pero repito que tuve mucha suerte. Y no quiero quedar de falso humilde, ¿eh? Lo creo de verdad: aporté lo que podía aportar.

- Coincidió con grandes jugadores. ¿Quién fue el mejor?

-Uf... no lo sé. Lo que sí sé es que el peor era yo, con diferencia.

- ¿Tuvo buenos equipos el Oviedo en aquella época?

-A mí el que más me gustó fue el de Jabo. Formamos un equipazo. Era un bloque serio, en una Primera de un nivel altísimo. Ganamos a todos en el Tartiere y nadie nos zarandeaba fuera. Siempre estábamos ahí, con los de arriba. Un equipo fabuloso.

- ¿Qué culpa tenía Irureta?

-Era el primer culpable. Era una grandísima persona y un entrenador excepcional. Supo armar un equipo desde la defensa. Éramos muy físicos, íbamos bien por arriba y estábamos muy bien organizados. Teníamos a la afición enchufada y se creaba una atmósfera impresionante.

- Y eso que Irureta recibió críticas?

-Eso es lo de siempre. Si no juegas como el Barça y das 125 pases antes de marcar parece que no vale. Entonces pasaba con Cruyff, todos querían imitar al Dream Team. Todos querían ser Brad Pitt, rubios y con ojos azules. Nosotros, no. Nos adaptamos a lo que teníamos y jugábamos con nuestras armas. No nos fue nada mal.

- ¿Qué recuerdos tiene de los derbis?

-En primer lugar le diré de qué no me acuerdo: de haber perdido.

[La memoria le falla a Gorriarán: jugó diez veces ante los rojiblancos. Ganó en cinco ocasiones y empató en otras tres. Perdió dos duelos: 1-0 en 1992 y 0-1 en 1993. Con todo, un saldo más que positivo en una etapa en la que los azules solían imponerse a su acérrimo rival].

Nuestra época fue la mejor. Estábamos siempre por encima del Sporting, los datos son aplastantes. Dominar durante unos cuantos años a tu eterno rival es un motivo de satisfacción.

- ¿Tanta importancia le da?

-En el fútbol la victoria es importante; en los derbis, es lo único que importa. Los días previos se hablaba de muchas cosas. Pero cuando se juega solo importa una cosa: el resultado.

- La afición del Sporting le quería mucho?

-Soy el fan número uno de aquella canción que me coreaban. Se veía que me querían, eso me hacía sentir bien. Cada vez que me acuerdo de aquel cántico me traslada a aquellos derbis. Me siento muy orgulloso de que me cantaran aquello y de que se siga recordando.

- ¿Echa de menos el fútbol de antes?

-No veo tanto. Me gustan los grandes partidos y me encanta el Liverpool. Me da la impresión de que ha evolucionado, que tendrá algunas cosas mejores pero también otras que no me gustan. Antes hacíamos más vida de club, con las peñas, estábamos más relacionados. Ahora con las redes sociales y ese tinglado han cambiado muchas cosas.

- ¿Cómo se sale de esta con el coronavirus?

-Confiando en los profesionales de la sanidad y en la ciencia. A estos no se les ve en la tele pero serán los que nos saquen de esta. En sus manos estamos.

- ¿Viene mucho por Oviedo?

-Menos de lo que me gustaría. Donde no fallo es con la Santina.

- ¿Va mucho?

-Todos los 31 de diciembre. No he fallado en los últimos 32 o 33 años. Voy con mis dos hijas y mi exmujer, visitamos la basílica y la santa cueva. Picamos algo y nos volvemos. Me da paz, además yo soy creyente. Un año me encontré allí a Luis Enrique, el rival más duro que he tenido en un derbi.

- ¿Es verdad que en un derbi le dijo: "La tarjeta roja me la reservo para ti"? ¿O es parte del mito?

-El mito.

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