Si todos los futbolistas han echado de menos la pelota durante el confinamiento, la sensación se agrava con los porteros. Los guardametas suelen seguir un entrenamiento específico que exige el empleo de un material, y un personal, que no está a alcance cuando estás recluido en casa. Pero Nereo Champagne, hombre curtido en mil batallas, ha encontrado algunas soluciones: "Tengo un poco de verde en casa y he intentado trabajar, aunque no es lo mismo".

Porque el trabajo en la meta no tiene que ver con el de sus compañeros durante la temporada. "Nosotros necesitamos caer al suelo y entrenamos diferente al resto, que corriendo o haciendo fuerza ya implementan un poco su trabajo. Los porteros notamos más el parón del confinamiento por los entrenamientos diferentes que tenemos", señala el argentino.

Con todo, Champagne es de los que celebran con mayor alegría la vuelta a los entrenamientos, aunque sea en unas condiciones muy diferentes a las que desearía cualquier futbolista. "Llevo muy bien la vuelta a la rutina. El cansancio es menos cansancio porque las ganas de pisar el césped y disfrutar de tu profesión ayudan mucho. Para mí, la portería es una pasión y entrenarme es parte de esa pasión", defiende. Y agrega: "Habitualmente no hay una hora diaria para trabajar con los porteros y ahora viene muy bien para poder hacer trabajo específico".