Será como jugar en el alambre. Una competición comprimida de once jornadas en la que no se descarta que el final pueda adelantarse. La Liga está poniendo todo de su parte para que el torneo llegue a su fin, y los clubes cumplen las directrices escrupulosamente. Se trata de minimizar riesgos, pero la efectividad total no existe. Por eso, entre los múltiples escenarios que se plantean, uno peligroso: que se disputen algunas jornadas y que la Liga tenga que cancelarse de forma definitiva. Por eso, el Oviedo quiere reducir riesgos. El objetivo primordial es que el equipo no entre en puestos de descenso en las once jornadas que quedan por disputar.
La fragilidad de la competición añade un elemento más de tensión a una Liga en la que influirá de forma decisiva el aspecto emocional. De ahí que Ziganda haya tratado con sus futbolistas aspectos que van más allá de lo meramente futbolístico en sus extensas charlas durante el confinamiento. "Hay que estar listos desde ya; tenemos una presión añadida por estar en la zona baja y ante la posibilidad de que el fútbol vuelva a pararse", señaló ayer Simone Grippo, poniendo voz a una sensación extendida en el vestuario: nadie sabe qué sucederá a ciencia cierta y se trata de no tocar en ningún momento los cuatro últimos puestos.
Los puestos de descenso están ahora mismo ocupados por Racing de Santander (28 puntos), Extremadura (31), Lugo (34) y Deportivo (35). Con los mismos puntos que los gallegos se encuentran Albacete (con un partido menos) y Oviedo. Los azules están salvados por el criterio de goal-average general, que es el que impera en las clasificaciones antes de que se completen los partidos entre los conjuntos implicados. Aunque nadie puede asegurar a ciencia cierta qué criterio se aplicaría en el caso de dar por finalizada la competición. En todo caso, la igualdad en los puestos bajos es máxima.
Javier Tebas ya lo ha manifestado en más de una ocasión. Lo ideal es terminar la competición, pero dependerá de las condiciones generales de la crisis sanitaria. Pero lo que tiene claro es que habrá ascensos y descensos. De ahí el riesgo a una caída a Segunda B en cualquier jornada.
Es un tema que se ha tratado en el vestuario azul. De ahí los mensajes surgidos desde la caseta de que no hay tiempo posible para volver a adaptarse. Que hay que ponerse las pilas desde el primer día. El último en abrazar esa teoría es Grippo, que es el primero en citar el nombre del siguiente rival: "El partido ante la Ponferradina es muy importante". Los entrenamientos acaban de iniciarse, no existe trabajo grupal aún, pero la plantilla del Oviedo ya empieza a mencionar el nombre de su rival más inmediato en el calendario.
A los azules les corresponde jugar dos partidos seguidos en el Carlos Tartiere. Lo que suponía una interesante ventaja y la excusa perfecta para coger un colchón con el descenso ve ahora atenuados sus efectos por la disputa de los encuentros a puerta cerrada. La idea es mantener la dinámica al alza que ofrecía el equipo de Ziganda antes de que la competición se detuviera de forma abrupta.
Tras la Ponferradina, y siempre que se siga la hoja de ruta diseñada por la Liga, llegará el Deportivo de La Coruña al municipal ovetense, en otro duelo con aroma a final. Los dos igualados a puntos, con el 3-2 del choque de Riazor que inauguró la campaña en el recuerdo. Tres puntos, el goal-average y la autoestima en juego. Una final sin el calor del público.
Además de Ponfe y Dépor, aún deben pasar por el Tartiere Fuenlabrada, Mirandés, Las Palmas y Racing. En esas citas está gran parte de la permanencia, ya que en el municipal ovetense se disputarán seis de los once encuentros que restan para finalizar la competición.
También en los que los azules puedan rascar lejos de su estadio. Gijón, Soria, Cádiz, Zaragoza y Elche son los destinos que aún ofrece el calendario.
