El Oviedo volvió esta mañana a los entrenamientos en grupo tras dos semanas entre fuertes medidas de seguridad ante la covid-19. La precaución sigue, pero el equipo azul, al igual que el resto de conjuntos del fútbol profesional, pudo completar una sesión de trabajo similar a las de antes de la pandemia que paralizó al planeta. Lo hizo, además, cuando ya se saben los horarios de la vuelta de la Liga y con la Ponferradina ya en el rabillo del ojo. El trabajo comenzó en El Requexón a las 10.00 horas, con una hora de retraso a lo que venía siendo habitual hasta ahora. La plantilla completó trabajo físico en el campo número 5 y luego se puso manos a la obra en el 4 con las bajas de Luismi y Rodri, que no participaron en el entrenamiento por precaucion, según comunicó luego el club.
Cuco Ziganda, entrenador del Oviedo, hizo especial hincapié durante toda la sesión en el apartado táctico, parando constantemente el juego para corregir las posiciones de sus pupilos. El primer ejercicio se basó en una especie de partidillo en la que uno de los equipos jugaba sin delanteros y otro atacaba tres pequeñas porterías. Alrededor de la 11.00 horas la plantilla al completo jugó un partidillo en el que no hubo goles. Federico González, director general del Oviedo, entró a las instalaciones de El Requexón pasadas las 11.15 horas y estuvo dentro de las oficinas. La sesión tuvo bastante ritmo y dejó dos sustos entre los jugadores.
Uno por un choque entre Lolo y Mossa y otro por una patada de Tejera a Arribas, que se retorció de dolor, aunque pudo completar el entrenamiento sin mayores problemas. La parte final de la sesión estuvo dedicada a perfeccionar el balón parado.
