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Testigos del partido más apagado

"Fue muy descafeinado", señala la jardinera Ana Rodríguez, una de los doscientos presentes el viernes

Ana Rodríguez y Leopoldo García, el viernes, en el Tartiere. MIKI LÓPEZ

El bullicioso y colorido Tartiere se tiñó de gris para el reinicio de una competición que deja un fútbol condicionado por la crisis del covid-19. El nuevo fútbol debutó contagiándose del tono de las gradas para dejar un 0-0 que aumenta los problemas del Oviedo en el momento clave de la temporada. Pero también sirvió para comprobar que el Tartiere sin gente es otra cosa. Un trozo de cemento al que le falta el alma. Lo pudieron experimentar los algo más de 200 que accedieron al campo para trabajar: seguridad, periodistas, directivos o jardineros. Ana Rodríguez pertenece al último gremio. La empresa JARPA se encarga del mantenimiento del césped del Tartiere (también de El Molinón) y ella estuvo el viernes en el estadio. Su sentir se resume en una frase: "Parecía un entrenamiento".

Sin el empuje de la grada, el Oviedo mostró una de sus versiones menos acertadas de la temporada que le sirvió, al menos, para sumar un punto y dejar su meta a cero. Para Ana Rodríguez, la experiencia fue algo decepcionante. "No daba la sensación de estar en un partido, sino en algo mucho más descafeinado. Todo el mundo estaba pendiente de que todo saliera bien. Demasiado cuidadosos; presionados, incluso", dice. "Hubo una pelota que cayó a la grada y una persona de protección civil la tocó. Al darse cuenta de que no se puede dar el balón, se quedó temblando", añade la "green keaper", en lenguaje propio de la Liga.

Ana Rodríguez acudió al campo junto a su compañero Leopoldo García. Para la primera fecha, solo podía haber dos jardineros, aunque la Liga medita ampliar el cupo en las siguientes jornadas. "En un partido antes del covid, lo normal es que fuéramos cuatro al campo, pero tampoco es que nuestra labor cambiara mucho: debemos centrarnos en el control del riego y en arreglar el césped; aunque ahora está espectacular y apenas necesita ningún cuidado durante el partido", indica.

La jornada fue algo más estresante para los trabajadores alrededor del partido por las cuidadosas medidas de seguridad. Los dos jardineros llegaron al estadio unas 3 horas antes de la celebración del choque, como hacen habitualmente. El primer paso, por la jaima improvisada de la Liga para recoger la mascarilla, los guantes y el gel desinfectante, además de someterse el control de temperatura corporal. Superado el escollo, contaron con el pase verde, el que da acceso a cualquier zona del campo.

Después, los trámites habituales. El control de temperatura y altura del césped con el director de partido de la Liga y la aplicación de los aspersores para una última ayuda al terreno de juego, aunque la lluvia caída también fue bien recibida por un piso que presenta el mejor aspecto de la temporada. Durante el choque, el silencio impregnó el ambiente. "Fue algo desangelado, no es que los futbolistas fueran especialmente expresivos, ni los banquillos. Todo seguía un mismo tono", indica. ¿Alguna voz se imponía por encima del resto? "Al que más se oía era a Lunin. Era el que más animaba. Con esa voz tan potente que tiene y en un español muy correcto", relata Ana Rodríguez, que ya se prepara para sus siguientes citas: este miércoles ante el Deportivo y el lunes que viene en El Molinón, en el derbi asturiano más extraño de la historia.

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