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Las dos caras del Oviedo

Los de Ziganda mejoran el promedio de tantos recibidos de la mejor defensa de Segunda l El punto débil es el ataque: solo cuatro equipos marcan menos

Las dos caras del Oviedo

Uno de los primeros hitos de José Ángel Ziganda como técnico fue secar a Leo Messi. Ziganda era un novato y el argentino aún no había catado la élite cuando Osasuna y Barça juveniles se enfrentaron en las semifinales de la Copa del Rey. Messi marcó dos goles en la ida: 3-3. La vuelta, 1-1 en Pamplona, clasificó a Osasuna, ante un Messi vigilado. A pesar de su perfil de delantero clásico, al Ziganda entrenador siempre le ha seducido el trabajo defensivo.

Y así lo está demostrando en Oviedo, en una plaza que parecía vetada a la solidez y el orden este curso. Si algo necesitaba el equipo es asentarse desde atrás. Esa es la idea que abrazó Ziganda a su llegada, cuando se cansó de repetir que quería huir de revoluciones, que lo suyo iría dirigido a asentar dos o tres conceptos básicos. Se entiende que dirigidos a la zaga.

La defensa levanta al equipo. Los resultados son evidentes después de siete partidos al frente del Oviedo. El saldo de puntos es más que positivo para un equipo en problemas. Ha sumado 12 de los 21 puntos en juego; solo Tenerife y Zaragoza, con 13, han hecho mejores números en ese plazo. La mejora es evidente y se cimenta en una defensa que ahora sí es fiable.

El Oviedo de Ziganda ha recibido 4 goles en 7 partidos, lo que supone 0,57 tantos por partido. Para catalogar el éxito, basta un ejemplo: el Málaga, equipo menos goleado en Segunda encaja 0,88 goles por encuentro. La proyección a largo plazo dejaría al Oviedo como el equipo más sólido de Segunda.

Con este perfil, futbolistas llamados a liderar el proyecto han dado un paso adelante. Carlos Hernández ha encontrado la regularidad, Christian mantiene un buen tono, Lucas ha aparecido en el momento oportuno, Mossa es una alternativa válida y Grippo presentó el jueves candidatura. Pero es Arribas el que mejor representa el espíritu del nuevo Oviedo. El central es el jefe de la zaga que se ha demandado todo el curso.

El equipo está ahora más junto. Quizás ha perdido algo de espíritu ofensivo, pero el cambio ha traído los resultados esperados. Da la sensación de que la apuesta por la salvación es más fuerte desde el actual perfil, el más pragmático de la temporada.

El juego ofensivo no es fluido. Pero el cúmulo de elogios hacia el trabajo defensivo implementado por el Cuco no encuentra continuidad cuando el debate se centra en el apartado ofensivo. Como la teoría de la manta, el Oviedo se cubre los pies pero destapa la cabeza. Ataques de inspiración individual al margen, Borja Sánchez como mejor exponente, al equipo le cuesta generar juego cuando se acerca a las inmediaciones del área rival.

En esto también influye la configuración de una plantilla que ha tomado heredada, por supuesto. La línea de pivotes presenta un excedente de centrocampistas de corte defensivo (Luismi, Lolo, Jimmy o Cortina) y solo Tejera parece cumplir en el rol de creador, aunque también el catalán sufre ante equipos que se cierran atrás.

Las sensaciones se transmiten a los números. Con el navarro, el Oviedo ha anotado 6 goles en 7 citas. En ese plazo, solo cuatro equipos han anotado menos: Las Palmas y Numancia (4) y Lugo y Málaga (5).

Los delanteros no lo tienen fácil. La de atacantes es la línea con más modificaciones. Rodri y Ortuño, intocables antes del covid, han pasado por el banquillo. Ibra y Obeng han tenido su oportunidad. No se le puede reprochar a Ziganda que no lo haya intentado moviendo piezas, pero el resultado ofensivo, hasta ahora, parece mejorable.

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