Rodri goleaba, Ortuño se fajaba con los pitbulls rivales e Ibra aportaba sangre fresca cuando las piernas empezaban a pesar más de la cuenta. Pero entonces, el mundo se paró. El covid rompió todos los esquemas de la sociedad y con ellas, los del fútbol. Tras el parón pertinente, el deporte ha vuelto con unos condicionantes que le hacen diferente: hay más partidos, mayores esfuerzos y más cambios para compensar. En este nuevo escenario, también los roles de los delanteros del Oviedo han cambiado. Ya no hay indiscutibles. Ortuño, Rodri e Ibra opositan a las plazas de la vanguardia cada tres días sin importar el bagaje que lleven a sus espaldas.

Ziganda ha entendido desde el primer momento que la pelota ha vuelto a los estadios que la clave para un rendimiento óptimo pasaba por repartir esfuerzos. La fortaleza de la plantilla como arma más fiable. Solo hay cuatro futbolistas que hayan disputado todos los minutos en los cuatro últimos choques: Lunin, Lucas, Arribas y Luismi. Al resto le ha tocado oxigenar piernas y mente. En la delantera, las rotaciones están siendo más visibles.

Ante la Ponferradina, la pareja clásica. La reanudación del campeonato se hizo con el afán de mantener las sanas costumbres (el Oviedo había parado con dos triunfos seguidos en la maleta) y por eso Ziganda alineó al mismo equipo que frente al Extremadura para tratar de ganar a la Ponfe. Así que Ortuño y Rodri formaron en ataque, sin mostrar su versión más acertada.

A los 62 minutos, Ziganda ordenó un cambio de guardia con Ibra y Borja por los dos arietes. Quedaba claro que la posibilidad de hacer 5 cambios permite mayores variaciones sobre la marcha. El 0-0 ante la Ponfe dejó un regusto amargo.

Frente al Dépor, con Borja. El canterano se presentó como la gran novedad en el segundo duelo post-covid. Ziganda supo leer lo que demandaba el partido. El Dépor cerraba con tres centrales y la posición de Borja, entre los pivotes y los zagueros rivales, fue un quebradero de cabeza para los de Fernando Vázquez. Ortuño fue el 9 de referencia, anotó al cabecear una falta lateral el 1-0, y el Oviedo firmó una gran primera parte, solo emborronada por el tanto de Sabin Merino un suspiro antes del descanso.

Los coruñeses reaccionaron luego y al Oviedo le tocó reaccionar. Rodri e Ibra entraron como segunda unidad a los 63 minutos (por Ortuño y Bárcenas) pero sin efectividad. El 2-2 no permitió a los azules sacar la cabeza.

Ibra aparece en El Molinón. Ziganda preparó con mimo, y con secreto de sumario, el derbi asturiano. Su once presentó varias sorpresas. Por ejemplo, Ibra y Rodri formarían como pareja atacante. Borja y Ortuño debían esperar al segundo acto. El africano se fajó hasta su cambio a los 58 minutos, cuando entraron Ortuño y Borja. El cambio de guion sonrío al Oviedo, que decidió el duelo con una jugada del canterano, con el apoyo necesario del murciano.

Nuevo sistema contra en Fuenla. Las novedades afectaron al esqueleto del equipo para recibir al conjunto de Sandoval. Ortuño se presentó como única referencia arriba, con Jimmy de improvisado media punta. Y otro delantero, Obeng, tratando de adaptarse a la derecha. Tampoco de esta guisa logró el Oviedo pisar más área del rival. Borja le dio nuevos bríos al equipo con su ingreso la última media hora y Rodri se mostró precipitado desde su puesta en escena. El duelo ante el Fuenla no sirvió para desatascar al equipo ofensivamente, el mal al que se enfrenta ahora el Oviedo si quiere escaparse de la zona de apuros.

En Soria, apuesta por los clásicos. Ziganda medita sus opciones para el duelo de esta tarde pero parece que podría apostar por recuperar la pareja más habitual de su etapa: Rodri y Ortuño, con Ibra y Obeng como alternativas si las cosas se tuercen.