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Unos trofeos que traen cola

Queda visto para sentencia el juicio entre el Oviedo y la familia del mierense que recuperó una serie de copas históricas del club

Manuel Lafuente, entonces presidente del Oviedo, y el coleccionista Basilio Díaz, después de que el club recuperara, en 2002, los trofeos perdidos. LNE

Unos trofeos del Oviedo encontrados en 2002 por el coleccionista Basilio Díaz y cedidos posteriormente al club siguen dando qué hablar. Fue el coleccionista ovetense el que halló un trozo de la historia azul malvendiéndose en el rastro de El Fontán y el que lo dio a conocer. El acuerdo al que llegaron hace ya 18 años el coleccionista, el vendedor del rastro que se había hecho con buena parte de los trofeos y el entonces presidente del club, Manuel Lafuente, parecía haber zanjado la cuestión y evitado el expolio del patrimonio azul. La cosa no ha sido del todo así.

El acuerdo que alcanzaron las partes era que, por el gesto de haber devuelto el patrimonio al club, se le regalaría el abono del Oviedo tanto a Basilio Díaz como al vendedor, Javier Serantes, ya fallecido, y a su familia directa, es decir, a su mujer e hijos. Todo fue así hasta 2017, momento en el que la familia de Serantes ya no pudo acceder al Tartiere gratis. La negativa del club a seguir regalándoles el abono motivó a la familia de Javier Serantes a denunciar al Oviedo. Ellos consideran que el pacto alcanzado entonces era que los abonos serían vitalicios, algo que el club, según la versión del abogado de la familia, Juan Rivera (Egolegal), niega.

El juicio quedó ayer visto para sentencia en el juzgado de primera instancia número 5, en Oviedo. Un juicio al que, entre otros, asistieron como testigos tanto Basilio Díaz como Manuel Lafuente.

Para el expresidente azul es algo "increíble" que se haya llegado tan lejos y "el despliegue de medios que se hace" tan solo por unos abonos. Eso sí, Lafuente asegura que la posibilidad de hacer a alguien abonado a perpetuidad es algo que "no tiene sentido": "Yo me comprometí a que mientras yo fuera presidente tendrían el abono".

La historia de estos trofeos perdidos se inició con el cambio de campo del viejo al nuevo Carlos Tartiere. Un tránsito en el que se extraviaron, entre otras cosas, un busto de Herrerita, un trofeo de plata como ganador del torneo "Concepción Arenal" de 1956, una copa entregada por el gobernador civil de Vizcaya al Oviedo por el partido Atlético-Oviedo de 1945, placas como la del ascenso del Oviedo a Primera en 1972 o del Centro Asturiano de México.

Varios de estos trofeos fueron puestos a la venta en el rastro de la plaza de El Fontán, algo de lo que tuvo conocimiento LA NUEVA ESPAÑA y que indignó entonces al propio Lafuente. "¿Dónde estaban esos trofeos y cómo y en qué condiciones fueron a parar a manos de personas que los pusieron a la venta?", se cuestionaba en 2002 el expresidente azul.

La respuesta que entonces dio a este periódico el mierense Javier Serantes fue la siguiente: "Un chatarrero de Langreo con el que suelo trabajar me ofreció los trofeos, no tenía ni idea ni de su origen ni de su valor". Serantes cifraba entonces en "un par de millones" de pesetas (12.000 euros) lo que podía haber sacado por este trozo de la historia azul.

La moneda de cambio para devolver al club los trofeos fueron entonces unos abonos que, según la familia, el club se comprometió a facilitar para toda la vida tanto de Serantes como de su familia. La encargada de dirimir quién tiene la razón es la jueza Virginia Otero Chinnici. El juicio quedó ayer visto para sentencia.

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