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Oviedistas con acento andaluz

El sevillano Eloy Tarno vivió cuatro años en Asturias y ahora regresa con su familia cada año a comprar la camiseta del conjunto azul

Pablo Tarno, en primer término, con su hermana Virgina. Detrás Eloy y Teresa Tarno. MIKI LÓPEZ

A Eloy Tarno le cogió una época difícil en lo futbolístico cuando le tocó vivir en Oviedo. Este sevillano, de 55 años, residió en la capital del Principado entre 1975 y 1979. En ese tiempo vivió un descenso a Segunda, otro a Segunda B y, al año siguiente, un ascenso a Segunda. Que esos años no fueron los más brillantes del club no quiere decir que el oviedismo no le quedara marcado a fuego. Un oviedismo que, además, ha traslado a su hijo Pablo, que lo lleva con orgullo. "Veo todos los partidos y el año que el Oviedo subió a Segunda estuve a punto de ir a Cádiz a ver el partido del ascenso, pero no hubo forma de lograr entradas", explicaba ayer en su visita anual a Oviedo.

Y es que ese oviedismo que forjó Eloy Tarno durante los años que vivió en la ciudad se convirtió unos cuantos años más tarde en una tradición que la familia mantiene inalterable: regresar en verano a Oviedo a comprar la camiseta de los azules de cada temporada.

La razón por la que Eloy llegó a Oviedo fue porque a su padre, del mismo nombre, natural de Pechón (Cantabria), lo trasladaron allí cuando abrió Galerías Preciados, empresa para la que trabajaba y cuya tienda de Oviedo dirigió durante sus primeros cuatro años. En ese tiempo, un Eloy aún niño comenzó a ir con su padre al Tartiere con regularidad. La afición fue creciendo y al final Eloy iba sin su padre, acompañado por los amigos del colegio Auseva, en el que estudiaba. Rememora Eloy aquel descenso a Segunda B y el ascenso posterior tras el gol de Atilano para el Langreo, que devolvía a los azules a la categoría de plata. "Nosotros somos muy del Betis, pero también somos del Oviedo", dice Eloy Tarno instantes después de cumplir con su tradición anual.

Lo curioso es la fuerza con que esa afición se ha transmitido de padre a hijo. Pablo lamenta no haber podido ir nunca a ver un partido al Tartiere, algo que le gustaría cambiar lo antes posible. Tan conocido es su oviedismo entre sus allegados que el presidente del Cádiz, Manuel Vizcaíno, amigo de la familia, le regaló hace poco una camiseta de Ortuño, jugador que pasó por el cuadro gaditano y que la pasada temporada fue el máximo goleador del Oviedo, con 15 tantos. Pero ni la amistad con Vizcaíno pudo hacer que Pablo acudiera al campo del Cádiz para animar al conjunto azul en el partido del ascenso a Segunda División, día en el que 155 aficionados del Oviedo que se trasladaron de Asturias a Cádiz se quedaron fuera del Ramón de Carranza, a pesar de haber adquirido previamente las entradas.

La querencia por el Betis lleva a que Eloy guarde un recuerdo especial de un partido celebrado en el Tartiere en la temporada 1996-97, en la que un gol de Maqueda mandó al Sevilla a Segunda División. "Como bético y como oviedista fue perfecto", dice con buen humor. Eloy es ahora concejal por el Partido Popular de la localidad sevillana de Lora del Río, aunque él reside en Sevilla capital.

Este verano, como todos los años, ha ido a pasar unos días a Pechón, el pueblo del que era natural su padre, y ha hecho la escapada habitual para comprar la camiseta. También ha tenido tiempo de ver a algún viejo amigo, como Fernando Zuazua. Sus padres fueron grandes amigos cuando los Tarno vivieron en Oviedo ,y ahora que ha pasado el tiempo disfrutan rememorando esos años de juventud.

En esta ocasión, la camiseta elegida por Pablo ha sido una especial que el club azul puso a la venta con motivo de su 94.º aniversario, en la que se homenajea al Real Stadium Club Ovetense, equipo que tras fusionarse con el Real Club Deportivo de Oviedo formó lo que hoy es el Real Oviedo. "Las camisetas andan por casa y las lleva todo el día puestas, anda también siempre poniendo cosas por Twitter y la verdad es que allí en Sevilla es algo extraño", explica Eloy. Pablo lo asume, pero esa rareza la lleva con mucho orgullo.

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