Un club llama a las altas esferas del Real Oviedo para tratar el pase de algún futbolista. De una decena, concretamente. Sobra personal. El Oviedo escucha atentamente pero insta a su interlocutor a hablar más adelante. El ofrecimiento, inusual por el número de jugadores en oferta, responde a los nuevos ritmos del mercado. La lucha férrea por arañar euros que Arnau, dicen que adelantándose a los tiempos, ha llevado hasta alterar la comodidad de los jugadores con contrato asegurado. Ese 25% ya es marca de la casa.
Y ante tal ofrecimiento, el Oviedo responde con silencio. Le toca jugar con los tiempos. Ese doble check de whatsapp sin respuesta que altera los nervios. El Tartiere es una de las plazas codiciadas del mercado por una sencilla razón: hay margen en el tope. Lo que otros años era el punto de partida, ahora se convierte en una excepción, como ya explicó Gil Marín.
Solo así se explica que Cedric Teguia, pieza codiciada en el mercado (le quería el Cádiz y media Segunda) acabe en Oviedo. Los problemas económicos de la mayoría de equipos elimina la competencia. Ese es el mercado en el que se mueve el conjunto azul, un galimatías de números que seguirá hasta el último día de mercado.
Con Ziganda a los mandos y un trabajo encarrilado desde el año pasado, los efectos aún se ven en los amistosos, aún quedan por llegar algunas piezas codiciadas. Un par de jugadores de esos que, en teoría, marcan las diferencias. El tiempo juega a favor: las rebajas de última hora están más cerca y el Oviedo aún tiene saldo.
