"En Brasil decimos que la presión es la que tiene un padre de familia que sale a las 5 de la mañana a trabajar y que sabe que por la tarde no hay comida para sus hijos. Solo juego al fútbol, con responsabilidad, pero no siento la presión". La declaración de intenciones de Gabriel Brazão, 19 años, parece la de un hombre curtido en mil batallas antes que el imberbe portero que está llamado a defender la meta carbayona esa temporada.

Llega cedido por el Inter, que quiere que su proyecto para el futuro (pagó en su día 6 millones de euros) tenga continuidad. Ayer fue presentado. En Oviedo es inevitable la comparación con Lunin, cedido la segunda mitad del pasado curso por el Madrid. "Somos casos distintos. Lunin es un gran portero; y yo también lo soy", explicó antes de exponer sus condiciones: "Me defino como un portero completo. Tengo personalidad, me gustan los partidos grandes y la presión. Sé jugar con los pies, destaco en el uno contra uno, los tiros desde lejos?".

Brazao y Arnau, en la presentación de ayer. R. O.