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Leschuk, oviedista desde Kiev

Carlos Paredes, amigo del ariete en Ucrania, fue el primero en "ficharle": "Le insistía con que tenía que jugar en mi equipo"

El ariete con Carlos Paredes en Kiev. LNE

Cuando a Gustavo Blanco Leschuk (Mendoza, Argentina, 1991) le preguntaron ayer qué referencias tenía del Oviedo se acordó de la tabarra que le habían dado en Ucrania. "Hace cuatro años conocí un amigo español en Kiev y siempre me decía que tenía que jugar en el Oviedo, que era un club espectacular con una gran ciudad", respondió.

"Y es verdad, es verdad. A veces íbamos a jugar partidos, Gustavo me veía con la camiseta del Oviedo y me preguntaba. Yo siempre me puse muy pesado con que tenía que jugar en mi equipo", constata Carlos Paredes, ovetense de 32 años, oviedista, y el misterioso amigo del nueve del Oviedo llamado a marcar los goles para "pelear por el ascenso". Paredes y Leschuk forjaron una buena amistad en Kiev (Ucrania), en una de las siete ciudades en las que ha vivido ya el argentino pese a solo tener 28 años.

En 2017 el "Tiburón", como se le conoce, era jugador del Shakhtar Donetsk, club "exiliado" en Kiev debido a la guerra en el este del país con las tropas rusas. Paredes, que de aquellas trabajaba en la embajada española de Kiev, era vecino de Leschuk en una zona residencial y con él conectó desde el principio. Incluso vieron juntos algún partido del Oviedo de Anquela. "Hablamos a menudo y cuando me comentó la posibilidad de ir a Oviedo le animé muchísimo. Él quiere llegar a Primera División y que mejor que intentarlo con el Oviedo. Seguro que sale bien", indica Paredes desde Barcelona, donde ahora reside. Fue en Ucrania, precisamente, donde más cómodo estuvo hasta ahora Leschuk en su carrera como futbolista profesional. Quizá no sea casualidad. Su abuelo materno era ucraniano: de ahí el apellido Leschuk.

El ariete se adaptó a la perfección al país e incluso recientemente puso en marcha una fundación, que lleva su nombre, con el fin de ayudar a los niños sin recursos. Tipo muy familiar, busca ahora casa en Oviedo para así poder traer a su familia: padres y hermana. Y también a su pareja, que es precisamente ucraniana. Desde el entorno del futbolista se destaca la capacidad de adaptación que tiene Leschuk a un nuevo entorno. Y no es para menos. En los últimos siete años ya habrá jugado en siete países diferentes: Argentina (Arsenal de Sarandí y Deportivo Merlo), Rusia (Anzhi), Marruecos (Casablanca), Suecia (Assyriska), Ucrania (Karpaty y Shakhtar Donetsk), Turquía (Antalyaspor) y España (Málaga y Oviedo). Un auténtico trotamundos. Ayer tuvo su bautismo como nuevo jugador del Oviedo acompañado de Arnau y no tuvo reparos en nombrar la palabra prohibida en los despachos: ascenso. "Vengo a ayudar a un equipo formado, vamos a hacer una buena campaña y, si Dios quiere, vamos a pelear por ascender". Leschuk, cedido en el Oviedo con una opción de compra obligatoria en caso de ascenso, confirmó que renunció a parte de la ficha (el 25%) que percibía en el Antalyaspor al firmar por los azules. "En lo económico he perdido dinero, pero es decisión mía y de mi familia. El dinero no hace la felicidad. Me toca trabajar, escuchar al míster y hacer las cosas bien para jugar". El argentino no se marcó una cifra de goles, pero miró al pasado: "En Málaga fueron nueve y trabajaré para superar esa cifra, pero lo importante es que el equipo vaya sumando la mayor cantidad de puntos".

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