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Una roca en La Romareda

El Oviedo remonta ante el Zaragoza en un ejercicio de fortaleza mental y buen juego, encadena su tercer triunfo consecutivo y empieza a mirar arriba

Tejera realiza una asistencia LOF

El Oviedo, el de ahora, el de las últimas semanas, es como ese súper héroe que el gobierno americano ha forjado en la clandestinidad. Ese experimento que se les va de las manos. Le han puesto repetidamente imágenes de su fracaso, una y otra vez en bucle, que lo ha interiorizado. Ya no duda, actúa. Aunque el camino esconda trampas, el equipo cumple su misión. Cueste lo que cueste. Es un grupo convencido. Ayer lo demostró en La Romareda, escenario de postín. Sin la purpurina de actuaciones como la de Las Palmas o Castellón pero con oficio y una enorme fortaleza mental. Un Oviedo granítico que sale victorioso del envite (1-2) para sumar 9 de 9 y ganarse el privilegio de empezar a mirar arriba en la tabla, aunque sea de reojo, como si la cosa no fuera con él. El Oviedo de ahora ya no duda: cumple misiones.

Como ya se ha dicho, la de ayer no fue una exhibición del tamaño de las dos citas anteriores. Desde el primer momento se vio un Zaragoza más ambicioso. O un Oviedo más conformista. Seguramente, un poco de los dos. Los de Ziganda esperaron al rival un par de pasos atrás y los maños, tocados en la moral por la crisis de resultados, trataron de levantar la autoestima con un carrusel de pases.

Una roca en La Romareda

Así que, de primeras, el Zaragoza mimaba el balón y el Oviedo perseguía sombras, aunque Femenías vivía cómodo, alejado de la acción. No parecía que el empate inquietara en exceso a los carbayones. Parecía parte del plan.

En cuanto a las opciones de gol, pocas por ambos bandos. Un par de apariciones en el área maña antes del primer gol. Un accidente. El Zaragoza centró una falta frontal, de esas que la zaga agradece, pero Christian, mal perfilado, perdió la marca y, lo que es más grave, la vista de la pelota, que acabó impactando en su cuerpo y colándose en la portería de un pasivo Femenías. Otra herida a balón parado.

Leschuk estrenó su cuenta con un gol de 9

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El 1-0 permitía al Zaragoza remar con viento a favor, incómodo el Oviedo desde hace minutos. Nieto y Blanco Leschuk trataron de contestar con sus propios argumentos, pero sus disparos no sorprendieron a Ratón. Antes del descanso, Borja salió de la penumbra para recortar y centrar, aunque Blanco Leschuk no llegó por poco. La acción concedió un córner que cambiaría el gesto azul justo antes del descanso.

Porque la pizarra emergió para compensar lo que antes había quitado al Oviedo. La jugada es sencilla de explicar. Tejera centró, cerrado, y Borja emergió para tocar con la coronilla a la red, tras leve toque en el larguero. Un gol psicológico. Un mazazo a cualquier equipo que, como el Zaragoza, arrastre dolencias pasadas.

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Las imágenes del partido entre el Zaragoza y el Oviedo (1-2) LOF

El paso por el diván no le sirvió de nada al conjunto local. Porque cuando trataba de cogerle el tono al partido se llevó un nuevo bofetón. Fue en una de las acciones más elaboradas del Oviedo, que trató de atacar por la izquierda y regresó al centro del campo antes de retomar la misma vía. Tejera centró desde el lateral del área con mimo y Blanco Leschuk enseñó por primera vez los colmillos para embocar a gol. El 1-2 dibujaba el escenario soñado por Ziganda.

Tan tocado quedó el Zaragoza que el Oviedo pudo sentenciar. Primero al galope, marca de la casa. Nahuel vio a Edgar, paso de gigante, y el pivote se encontró con Ratón. Un par de minutos después fue Borja el que se coló en el área para probar con bicicleta y chut, demasiado centrado.

Movió el banquillo el Zaragoza y Narváez y Francho se acercaron peligrosamente a Femenías. Obeng y Mier salieron con la misión de dar aire al equipo pero entró el choque en una fase irregular que solo la expulsión del local Francés logró apaciguar.

Pero con uno más no se encontró cómodo el Oviedo, que vio cómo en los minutos finales el Zaragoza sacaba argumentos de orgullo, más que de fútbol, para tratar de dañar su meta.

Pero era el día de los de Ziganda. El tercero consecutivo para apuntalar una escalada con efectos terapéuticos. En el mundillo lo llaman inercia. Los que miran a la cabeza hablarán de fortaleza mental. En todo caso, tres puntos que permiten mirar un poco más arriba.

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