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El trabajo en la sombra de Borja: el atacante que más balones roba en Segunda

“Es algo físico, innato”, dicen los que mejor conocen su juego

Borja controla un balón ante la presión de un futbolista del Albacete.

Sobre Borja, como sobre cualquier artista, siempre pesan los prejuicios. Alguna vez se ha escuchado que no le acompaña el físico, cuando uno de los factores más importantes en su juego son unas condiciones innatas de medio fondista que le dan ventaja en un mundo tan competitivo como el del fútbol. Otro es el que se refiere a su labor defensiva. La cantinela durante un tiempo era que no estaba hecho para defender. Pero los datos tiran por tierra esta sospecha. Borja lleva recuperados 65 balones en lo que va de Liga en Segunda. Ningún futbolista ofensivo en la categoría roba tantas pelotas como él.

“Más que una cuestión táctica, es algo relacionado con su condición física del futbolista. Borja tiene mucha pierna e instinto para adelantarse a la jugada. Es innato”, comentan desde el entorno del futbolista. Esas condiciones son las que le hacen, sin ser un futbolista especialmente centrado en el aspecto defensivo, ser eficaz en el robo.

En lo que va de Segunda División, Borja es el octavo futbolista que más balones lleva robados: 65. Los 7 que tiene por delante reúnen un perfil más defensivo. El líder en estas lides es Rubén Pérez, centrocampista del Leganés, que se ha hecho hasta la fecha con 109 balones. Le acompañan en el podio Vivián, zaguero del Mirandés, con 93 robos, y Pablo Larrea, pivote de la Ponferradina, con 86. A continuación se sitúan: Pathe Ciss, medio del Fuenlabrada, con 79; Javi Muñoz, pivote del Mirandés, 75; y David López, centrocampista de contención del Espanyol, 74. En el séptimo puesto, justo delante de Borja, aparece el pivote azul Sergio Tejera, con 69.

El único jugador de carácter ofensivo que se acerca a Borja en toda la categoría es Hugo Fraile, extremo del Alcorcón, que suma un robo menos que el oviedista.

Está esa capacidad innata derivada de su perfecto acondicionamiento físico, pero también hay que sumarle el aprendizaje táctico que ha tenido con el paso de los años, un aspecto que ha sumado a su juego en épocas más recientes. No fue en el Madrid donde empezó a mostrarse como un centrocampista aplicado. En Valdebebas muchos le recuerdan como un centrocampista rebosante de talento aunque algo anárquico. Fue la etapa de Rozada en el Vetusta la que, según los que conocen al futbolista, más le marcó. Con el ovetense en el banquillo, Borja entendió que para llegar a la élite debía aportar algo más en defensa.

Rozada fue el que insistió durante la última de formación del futbolista en ubicarlo en la izquierda, con menos responsabilidades y más oportunidades para recibir balones favorables para que pudiera exprimir su fútbol. También con Rozada empezó a morder. “Antes no solía apretar tras pérdida. En los últimos años sí lo ha incorporado a su repertorio”, señalan desde su entorno.

La llegada del Cuco Ziganda también ha sido decisiva para que Borja encuentre una línea de regularidad que le había faltado en su primer año, el de la irrupción en la elite. El Cuco cuidó el estado de Borja la temporada pasada, cuando el canterano atravesaba diversos problemas físicos. La relación entre ambos siempre ha sido óptima, incluso cuando el entrenador optaba por reservar a Borja en el banquillo para las segundas partes.

La buena sintonía se mantuvo en el inicio de este curso, en el que Borja actuó habitualmente como media punta o en la izquierda, aunque sin encontrar, de primeras, su toque. La explosión del ovetense ha coincidido con la del equipo. Sus últimas tres semanas han sido espectaculares, tirando del equipo desde la izquierda en ataque. Pero al margen de ese lucimiento, está su rendimiento defensivo, que sigue creciendo. El año curso, recuperaba 4,1 balones por partido; en el actual, su media es de 6,5 robos por choque.

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