Premio al esfuerzo, a la valentía y a la pizarra. El Oviedo se abrazó a las jugadas de estrategia para, en una reacción notable, sacar un punto de una cita que se puso muy pronto en contra. El empate sabe a triunfo ante uno de los favoritos más firmes al ascenso. 2021 empieza con mejores sensaciones que botín.

Que el Mallorca se había adaptado mejor al escenario se vio desde el primer momento. Al Oviedo le pesaron las bajas y el ambiente, mientras que los bermellones mostraron sus dotes para la perfecta adaptación, un aspecto básico en los equipos que quieren triunfar en Segunda.

Antes de los 20 minutos, el Oviedo ya caía 0-2. Y pudo ser otro más si el poste no hubiera repelido una volea de Galarreta. Esa misma jugada continuó, y un minuto más tarde, en el 14, Mossa despejó de forma errónea al centro, donde se encontraba, libre, Lago Junior. El atacante puso la sexta, condujo de forma grácil por el barro y cruzó ante Femenías. 

No se había recuperado el Oviedo del golpe cuando llegó el segundo gancho. Este, más sonado. Sastre recogió un rechace de un córner en pleno dominio visitante. Como no encontró mejores opciones, probó desde la lejanía. Su misil se coló en la escuadra de Femenías.

Nada se sabía del Oviedo salvo alguna prolongación de Blanco Leschuk, objetivo de cada balón aéreo. Pero los azules no mostraron argumentos demasiado sólidos. Ziganda había tratado de arreglar el equipo, afectado por las bajas, con Jimmy y Mier en el doble pivote, Viti a la derecha y Rodri como compañero de Leschuk. Pero la batalla del centro del campo era bermellona. Y con ello, el mando del partido.

Intentó, no obstante, reaccionar el Oviedo antes del descanso. Y pudo hacerlo pronto si Rodri no hubiera chocado con Reina, primero, y con el poste, después, ya a puerta vacía. El acierto sí le sonrió a Mier, estreno goleador el suyo, que con una estética volea a centro de Nahuel hizo el 1-2 antes del descanso.

Comenzó la segunda mitad más trabada, con el campo y las piernas más pesadas. Russo se encontró con una palomita de Femenías, como acción más destacadas. La gracia estaba en las jugadas de estrategia, parecía claro a esas alturas. Y el Oviedo tuvo un córner a los 68 minutos. Allí se alzó Arribas para cabecear de forma imperial y poner el 2-2, premio a la reacción azul.

Para entonces Javi Mier ya se había convertido en el faro en el centro del campo, dueño de cada balón perdido, siempre con soluciones en su repertorio. Con el empate, el Oviedo no dudó y se lanzó a por el partido. Pidió mano Nahuel en un centro a los 78 minutos pero el colegiado mandó seguir. A los 85, la tuvo Obeng, pero su cabezazo se estrelló en el larguero.