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Los carbayones de sangre azul: ovetenses que jugaron en el Oviedo

El debut soñado de Amieva contra el Barça de Cruyff

Jugó su primer partido con el Oviedo en el Trofeo “Ciudad de Oviedo”, aunque tuvo que esperar tres años más para su estreno oficial

Dani Amieva

No era un partido oficial, pero para Dani Amieva (Oviedo, 24-3-1976) fue más importante que si lo fuera porque su primer partido con el Oviedo, con 17 años, tuvo lugar ante el Barcelona de sus ídolos: Koeman, Guardiola, Laudrup, Stoichkov, Romário… Fue el 5 de agosto de 1993. El Oviedo había conseguido reunir en el Carlos Tartiere al Barcelona y al Milan para disputar el Trofeo “Ciudad de Oviedo”, dos equipos que esa temporada iban a llegar a la final de la Copa de Europa. Los azules, con Antic en el banquillo, se enfrentaron al Barcelona de Cruyff que el año anterior había ganado su primera Copa de Europa y Amieva, que todavía era juvenil, jugó ese partido. “Enfrente tenía a los que eran mis ídolos desde pequeño. Para mí, fue lo máximo, lo que siempre había soñado. Además, ocurrió de manera inesperada”. El Oviedo perdió el partido por 0-1 y al final el Milan que entrenaba Capello, y en el que estaban, entre otros, Maldini, Baresi, Costacurta, Boban… se llevó el trofeo al imponerse al equipo azulgrana por 3-0.

Amieva tuvo que esperar casi tres años más para su debut oficial con el equipo azul. Fue en la recta final de la temporada 95-96, ante el Sevilla, en el Carlos Tartiere, con Brzic en el banquillo, un partido que los azules perdieron por 2-3, y en el que Amieva entró al campo en los minutos finales en sustitución de Suárez.

Amieva comenzó a jugar a fútbol en el colegio San Juan de Oviedo y de ahí pasó al Juventud Estadio desde el que dio el salto al Oviedo, en la categoría de infantiles. Pasó por el equipo cadete y en su etapa de juvenil, en el equipo de División de Honor, un partido de entrenamiento ante el primer equipo sirvió para que el entrenador de entonces, Javier Irureta, se fijase en él. A partir de ahí empezó a entrenarse con el primer equipo. “Julio Marigil, que era el segundo entrenador, me llevaba en coche todos los días” recuerda.

Collymore, en un entrenamiento del Oviedo, con Amieva. | lne

Tras destitución de Irureta y la llegada de Antic, Amieva siguió compaginando los entrenamientos del primer equipo mientras jugaba con el equipo filial. Un accidente de coche, cuando regresaba de un entrenamiento de El Requexón junto con Gorostazu, en diciembre de 1993, le provocó una descompensación en una de sus caderas que generaron problemas de pubis que retrasaron su integración en el primer equipo. Jugaba en el Vetusta, pero su debut oficial en el Oviedo no se produjo hasta la temporada 95-96. Jugó los dos últimos partidos de Liga, con Brzic en el banquillo. En la siguiente, con la llegada de Lillo, Amieva regresó al equipo filial. Tabárez contó con él en dos partidos de la temporada 97-98 y fue en la siguiente, en la 98-99, con Fernando Vázquez de entrenador, cuando se integró en la disciplina del primer equipo, con 22 años, aunque sólo jugó ocho partidos.

La llegada de Luis Aragonés le da más continuidad, 15 partidos en la 99-2000, pero es coincidiendo con la vuelta de Antic, en la 2000-01, cuando se consolida en el primer equipo. Es su temporada más completa y paradójicamente es la peor del Oviedo en muchos años, ya que acaba con el descenso a Segunda División.

“Era algo impensable al final de la primera vuelta. A partir de diciembre, nos centramos en más cosas de las que debiéramos. Cogimos una mala racha, perdimos partidos claves como sucedió ante el Osasuna y luego todos sabemos lo que pasó en el tramo final. A falta de dos partidos, teníamos seis puntos de ventaja y necesitábamos dos y que los rivales no sumasen los seis. Solo logramos uno, ante el Real Madrid, en un partido en el que tuvimos muchas opciones de ganarlo y acabamos descendiendo tras perder en Mallorca, después de que Osasuna ganase en Anoeta a la Real Sociedad, en el partido del famoso contubernio vasco-navarro. Sólo estuvimos esa jornada en descenso en toda la temporada y nos costó el descenso. Fue muy duro y muy difícil de asimilar por cómo sucedió todo. Creo que fue muy injusto”.

Los veteranos del Oviedo Ángel y Amieva, jugando con niños.

La siguiente temporada, con el equipo en Segunda División, y Quique Marigil de entrenador, es la que más juega, 38 partidos. “Hicimos una buena primera vuelta y después tuvimos opciones de ascenso hasta el partido ante el Atlético de Madrid. Fue una temporada en la que empezaron a aflorar los problemas extra deportivos y el equipo los acusó”. Esos problemas se agravaron de manera acelerada en la siguiente, la 2002-2003. “Fue muy dura. Los problemas eran diarios. El equipo no tenía confianza. Los jugadores no hicimos nuestro trabajo en el campo y acabamos bajando a Segunda B. Fue el peor momento de mi carrera deportiva, con mucha diferencia”. El posterior descenso administrativo del equipo a Tercera División tiene otra lectura para Amieva, “Los dirigentes tuvieron en sus manos la opción de evitar el descenso a Tercera. No quisieron y había que preguntarles el por qué. A los jugadores nos echaron la culpa de todo, de manera injusta, pero lo único cierto es que los dirigentes pudieron evitarlo”.

Amieva reconoce que esa situación le marcó y lo pasó mal. “No tengo que reprochar nada a nadie porque siempre me sentí muy querido en Oviedo, el equipo de mi ciudad y el que me dio la oportunidad de ser jugador profesional. A mí me silbaron en el Tartiere en muchos partidos, pero me quedo con el cariño de la gente. Eso es algo que no se olvida”.

Tras finalizar contrato con el Oviedo, Amieva jugó sus dos últimos años de profesional en el Salamanca, en el que se retiró como jugador a los 29 años. “Después de todo lo que había vivido en el Oviedo, el fútbol para mí no era ya lo mismo. Tuve la oportunidad de seguir jugando, pero ya no tenía la misma ilusión y ninguna aspiración y decidí dejarlo”.

Su etapa en el Salamanca la aprovechó para finalizar la carrera de ADE (Administración y Dirección de Empresas). Su primera incursión en el mercado laboral fue en el despacho de Garrigues, encargado del asesoramiento a deportistas, primero en el despacho de Madrid y posteriormente en Oviedo. Tras una etapa de cuatro años en una empresa familiar del sector de la construcción, hace ocho que pasó a formar parte de la italiana Cramano, empresa número 1 en la cobertura de lonas para camiones de Europa.

Amieva es el responsable del departamento comercial para España y Portugal. Sus obligaciones laborales le obligaron a dejar al margen el fútbol, aunque, tras obtener el título de entrenador, estuvo dos temporadas en la Federación Asturiana dirigiendo a las selecciones alevín y cadete. “Mi trabajo conlleva muchos viajes y era incompatible”. A pesar de todo, saca tiempo para seguir al Oviedo. “Soy socio desde el año 1982. Tengo hijos muy oviedistas y, siempre que puedo, vamos al Tartiere”.

Amieva asegura que se siente identificado con el actual Oviedo. “Se está volviendo a recuperar el espíritu de El Requexón. La llegada de jugadores de la casa al primer equipo es muy bueno para el club. Son jóvenes de un perfil parecido al mío y eso hace que me sienta más identificado. Han conseguido llegar y además lo están haciendo muy bien”. Amieva considera que la presencia de Ziganda en el banquillo es clave. “Está demostrando que tiene confianza en la gente joven y además es valiente. Creo que es un buen año para poder elaborar un proyecto de futuro sólido. No se están priorizando tanto los resultados, pero creo que la afición está más ilusionada”.

A Amieva le está gustando lo que ofrece el equipo esta temporada. “Está siendo tranquila y ojalá no me equivoque, pero pienso que, sin hacer mucho ruido, el equipo puede dar la sorpresa y meterse en los puestos de arriba de la clasificación. Este año no hay la ansiedad de temporadas pasadas y eso es bueno”.

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