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El bisturí: las claves del empate del Oviedo en Fuenlabrada

Los azules fueron superiores, pero los desaciertos en ambas áreas les condenaron

Los oviedistas, celebrando el gol de Sangalli. | LOF

El Oviedo se diluyó en las áreas, donde realmente se deciden partidos como el de ayer. Sin colmillo para cerrar el marcador en ataque y blanditos atrás, incapaces de aguantar ni diez minutos la victoria mínima ante un rival en inferioridad numérica y que demostró las razones por las que lleva cinco meses sin ganar en casa, los del Cuco Ziganda sumaron sobre el irregular césped del Fernando Torres el undécimo empate de lo que va de temporada. Demasiadas tablas –solo lleva más el Fuenlabrada– para un equipo que quiera aspirar a algo más que a mantener la categoría con cierta dignidad. Los azules, que tenían ante sí la oportunidad de distanciarse casi definitivamente de los puestos de descenso para siquiera soñar con una remontada hacia el play-off, se mostraron superiores al rival durante casi todo el choque, pero el conocido dicho advierte de que “en la rula no preguntan, apuntan”. Y los de José Luis Oltra, muy limitados en todos los aspectos menos en lo físico, se limitaron a apuntar las carencias oviedistas, tanto en ataque como en defensa, para igualar el marcador dos veces con uno menos, salvando sobre la bocina un punto que les tiene que saber a gloria. Con media ocasión metieron dos goles, los mismos que el Oviedo con, al menos, cinco oportunidades. Las sensaciones, los merecimientos sin premio, ya no dicen nada a estas alturas de la temporada. Esto va de ganar y el Oviedo lo hace poco.

El Tiburón sigue sin mojar

La sequía goleadora que se extiende durante más de dos meses parece haber mermado la confianza de Blanco Leschuk, que ayer marró una clarísima ocasión para encarrilar la victoria azul en el primer tiempo. Un gran pase en profundidad de Borja Sánchez le dejó solo ante Belman, pero cuando lo tenía todo a su favor, al argentino se le cerró la persiana y se fue al suelo cuando trataba de regatear al portero de los madrileños. La televisión demostró que no hubo penalti. El Tiburón, gran apuesta de la dirección deportiva para el ataque azul, ha bajado de forma notable su rendimiento respecto a los primeros compases de la competición. Y no solo de cara a puerta. Su casillero particular lleva atascado desde comienzos de diciembre y la ansiedad por romper la racha ya pudo jugar ayer en su contra.

Mal de altura

El Oviedo tiene mal de altura. Si a eso se le puede llamar superar la mitad de la tabla. Los azules tuvieron la oportunidad de sacar la cabeza de la parte baja de la clasificación el pasado diciembre, cuando, tras enlazar dos victorias seguidas ante el Sabadell y el Tenerife, viajaron a Ponferrada en la undécima posición y con la flecha marcando hacia arriba. Sin embargo, el choque en El Toralín fue decepcionante y el Oviedo acabó perdiendo por uno a cero con gol de Yuri. Tras aquella derrota en el último partido de 2020, el equipo entró en una dinámica de resultados negativos que le acercó de manera peligrosa a los puestos de descenso. Ayer volvió a suceder algo parecido. Los oviedistas jugaban para dejar el descenso a ocho o nueve puntos y para acercarse a siete del play-off. Ganaban a falta de muy pocos minutos y se dejaron empatar. Quedan decimoquintos.

La frivolidad de Ciss

Descuento de la primera parte. El árbitro, Galech Apezteguía, señala una falta a favor del Fuenlabrada. Joan Femenías se dispone a colocar la barrera cuando Pathé Ciss se le coloca delante y comienza a bailar para impedir que el portero azul pueda indicar a sus compañeros cómo deben situarse. El colegiado observó la inusual maniobra y mostró cartulina amarilla al mediocentro senegalés. No dejaría de ser una anécdota si no fuera porque el jugador recibió otra tarjeta amarilla en la reanudación y dejó a su equipo con uno menos sobre el campo. Para hacérselo mirar.

La sangría del balón parado

El Oviedo volvió a encajar ayer a la salida de un córner. Lo del Lugo, cuando el equipo no sufrió a balón parado, fue una tirita y no la definitiva sutura de una herida por la que los azules llevan sangrando toda la temporada y les ha hecho perder valiosos puntos. Ayer, tras una estimable primera parte y después de que el contrario se quedara con uno menos, un saque de esquina mal defendido metió a los oviedistas en un lío del que no supieron salir. El caso es que, con el del Fernando Torres, ya van ocho goles en contra de córner. El Cuco y su cuerpo técnico ensayan esta faceta del juego de manera insistente en El Requexón, pero de poco vale ante indecisiones como las que ayer cometieron los zagueros azules. Esto en el debe. En el haber queda que el primer tanto del Oviedo llegó también a balón parado, como los tres frente al Lugo.

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