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Los carbayones de sangre azul: ovetenses que jugaron en el Oviedo

César, del campo al despacho del Oviedo: "El futuro pasa por El Requexón"

“A Antic le gustaba trabajar con la gente joven, Brizic dio continuidad a ese trabajo, Tabárez era muy profesional y de Vázquez aprendí mucho”, relata el director de relaciones institucionales del Oviedo

César Martín, en Oviedo

Probablemente sea el canterano que llegó al primer equipo con mejor palmarés. César Martín Villar (Oviedo, 3-04-1977) puede presumir de cuatro títulos con el Deportivo: Liga, Copa y dos Supercopas, además de ser internacional sub-18, sub 20, sub-21 y absoluto en doce ocasiones. César se inició como jugador en el colegio de las Teresianas, llegando al Oviedo para jugar en el infantil B. Pasó por todas las categorías inferiores del club azul hasta llegar al Vetusta, equipo con el que debutó, siendo Novo entrenador, con 16 años, en un partido que recuerda se jugó en el estadio universitario ante el San Sebastián de los Reyes, en Segunda B. Fue en la temporada 1993-94. La temporada siguiente, con 17 años, se produjo su debut con el primer equipo de la mano de Radomir Antic.

Fue en la Copa del Rey, ante el Compostela, el 12 de enero de 1995, un partido que el Oviedo perdió por 1-0 y en el que César jugó de titular. Meses después llegó el estreno en la Liga, ante el Valladolid, en Zorrilla, jugando su segundo partido ante el Racing de Santander, encuentro en el que acabó expulsado.

César, en una cafetería de Oviedo en una imagen de archivo

César se refiere con agrado al técnico que le dio la oportunidad de jugar en el primer equipo. “Antic era un entrenador al que le gustaba trabajar con la gente joven. Hacía grupos con los jugadores de la cantera para mejorar técnicamente diferentes aspectos. Yo me acuerdo de hacer ejercicios específicos para mejorar la coordinación, con una cama elástica, y la técnica individual, por las tardes, después de entrenar por la mañana con el primer equipo o incluso en los días libres. Para nosotros fue un lujo poder realizar ese tipo de entrenamientos”, rememora.

Tras la marcha de Antic al Atlético de Madrid, la llegada de Brzic a la siguiente temporada supuso la confirmación de César en el primer equipo. “Era también un técnico muy exigente, que dio continuidad a los jóvenes. El equipo tuvo bajas importantes esa temporada, entre ellas las de Jokanovic y Prosinecki, pero el equipo consiguió salvar la categoría”. En la siguiente, con Lillo en el banquillo, y Novo en la parte final, César ya estaba asentado en el equipo, con el que jugó 19 partidos. Y le llegó la convocatoria con la selección sub-21.

De la 1997-98, con Tabárez, César recuerda “un cuerpo técnico muy profesional. Llegaban del Milan e impusieron unos métodos de trabajo muy profesionales, desconocidos hasta entonces en España. Los jóvenes crecimos mucho y, a pesar de que nos salvamos del descenso en la promoción ante Las Palmas, fue una buena temporada para la gente de la casa”.

Su última temporada en el Oviedo fue con Fernando Vázquez en el banquillo, en la 1998-99. “Aprendí y disfruté mucho con él. Fue un técnico que introdujo aspectos defensivos innovadores, como la línea de cuatro adelantada, o la presión arriba, conceptos que me sirvieron mucho de cara al futuro”.

César, en Oviedo

A César le quedaba un año más de contrato con el Oviedo, pero el interés del Deportivo precipitó su salida. El conjunto gallego quiso negociar un traspaso, pero el Oviedo se remitió a su cláusula de rescisión, 1.000 millones de pesetas (6 millones de euros), que el Deportivo abonó. “Yo se lo debía todo al Oviedo. El club salía muy beneficiado con mi marcha y al final hubo acuerdo entre las tres partes”. Su etapa en el Deportivo no pudo comenzar mejor porque ese mismo verano debutó con la selección española en Polonia, en el primero de sus doce partidos internacionales. Aunque su primera temporada en el equipo gallego estuvo marcada por un calvario de lesiones, y tuvo que ser operado de osteopatía de pubis, todo de compensó con el título de Liga, el primero y único de en historia del club gallego.

César comenzó ahí una brillante trayectoria de siete temporadas en las que consiguió, además, una Copa del Rey -la del famoso “centenariazo” ante el Real Madrid en el Bernabéu, en 2002- y dos Supercopas. “Fueron años muy buenos. Había mucha competencia porque cada temporada se empezaba con 30 o 35 jugadores, pero el balance fue muy bueno”, explica. A la hora de elegir entre el título de Liga o el de Copa del Rey, César asegura que “el título de Liga es más importante, pero la repercusión del triunfo en la final de Copa ante el Real Madrid fue enorme y formar parte de ese equipo fue una experiencia tremenda”.

César

En su última temporada en el Deportivo, la 2005-2006, con Caparrós en el banquillo, César solo jugó siete partidos y dio por cerrada su etapa en La Coruña. “Era un cambio de ciclo. El club empezaba a tener problemas económicos y ahí empezó su cuesta abajo”. La siguiente temporada la empezó en el Levante, en Primera, pero al no tener la continuidad que deseaba se marchó al Bolton inglés, los últimos tres meses de la temporada. Sólo jugó un partido, pero no se arrepiente de la experiencia, en un equipo en el que entre otros estaban Iván Campo, Anelka o Diouf. César regresó a España en la 2007-2008, para jugar en el Hércules dos temporadas y finalizar su carrera en el Castellón en la 2009-2010 con 33 años. “Fue un año muy malo, con muy bajo rendimiento y muchos problemas de lesiones. Acabamos descendiendo a Segunda B y decido dejarlo, a pesar de que tenía un año más de contrato. Eran ya 17 temporadas de profesional y la cabeza me pedía parar”.

Es entonces cuando surge la posibilidad de regresar al Oviedo. “El corazón me pedía volver, pero no estaba bien físicamente y no podía darle al club lo que necesitaba. Fue una decisión difícil, pero creo que acertada, aunque reconozco que me hubiese gustado volver”.

Con 33 años, César empezó a formarse a nivel deportivo. Hizo el curso de dirección deportiva y los tres niveles de entrenador de fútbol. Realizó las prácticas deportivas como segundo entrenador del Covadonga, siendo el ayudante de Iván Ania durante dos temporadas en el conjunto ovetense. Fue su única experiencia en los banquillos y aunque tuvo alguna propuesta, aparcó su carrera como técnico. “No tenía la motivación suficiente y quería un poco de tranquilidad y la estabilidad de la familia”.

El regreso del Oviedo al fútbol profesional, en la temporada 2015-2016, le abrió de nuevo las puertas del club azul, como director de relaciones institucionales, cargo que lleva desempeñando seis años. “Me lo propusieron Joaquín del Olmo y Jorge Vallina y no me lo pensé. Hay mucho trabajo que realizar. Mi labor consiste en ayudar al club en todas las áreas”. Tras 17 años como jugador profesional, ahora a César le toca gestionar desde los despachos. “Es importante entender el entorno y mantener el equilibrio en los momentos difíciles, teniendo la cabeza fría para tomar las decisiones”.

César considera que la llegada esta temporada de jugadores de la casa al primer equipo “es la culminación de un trabajo que viene de atrás, no es de ahora. Viendo los resultados, estamos orgullosos y nos sentimos identificados. Tenemos muy clara la idea y el proyecto del club que queremos. Somos firmes defensores de la cantera y tenemos que darles argumentos para ayudarles a crecer y que lleguen preparados al primer equipo”.

En ese sentido, asegura que “contar con un entrenador del perfil de Ziganda es fundamental para consolidar la idea que tiene el club. Los hechos lo avalan. Eso, además, refuerza la ilusión de todos los jugadores de la cantera porque ven una salida”. Y no duda al asegurar que “tenemos claro por dónde tiene que ir el Oviedo. El futuro pasa por El Requexón, no hay mayor patrimonio. Y eso lo tenemos que rodear de buenos jugadores para que el club pueda seguir creciendo”.

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