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El expresidente oviedista se sienta con LA NUEVA ESPAÑA y hace balance de sus 14 temporadas en el club azul

Las memorias de Eugenio Prieto: “En nuestra época el nivel de exigencia era tremendo”

“De todos mis fichajes me quedo con Luis Aragonés e Irureta: siempre fui más de entrenadores”

VÍDEO: Las reflexiones de Eugenio Prieto

La entrevista a Eugenio Prieto Xuan Fernández

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La entrevista a Eugenio Prieto Pablo González

Menudo currículum tiene Eugenio Prieto (Oviedo, 1947). Fue boxeador, repartió folletos, se sacó un curso de masajista, fundó su propia empresa de artes gráficas e intentó dar el salto a la política. También fue presidente del Oviedo durante catorce temporadas (1988-2002). La suya fue la última gran etapa azul en Primera División, con fichajes de relumbrón y anécdotas inagotables, pero también la antesala de la gran debacle. Cuenta Prieto, hijo de un peluquero republicano, que el Oviedo le dio más malos momentos que buenos, que en el oviedismo no puede haber ni buenos ni malos y que en su época la exigencia era tremenda. Tiene una memoria enciclopédica, se moja en lo que quiere y si algo deja claro es que está enamorado, futbolísticamente hablando, del Cuco Ziganda, actual entrenador del Oviedo.

La infancia de Eugenio.

“Nací en Oviedo. Mi madre me tuvo en la Gota de Leche porque de aquella no había maternidad. A los pocos días me subieron a San Esteban de las Cruces, que es donde estuve hasta los ochos años. De allí nos fuimos a vivir a Ciudad Naranco. Somos tres: dos hermanas y yo. Mi padre era peluquero. Después de la guerra estuvo cortando pelo por las casas y luego trabajó en una cerámica. Y mi madre en casa. Como en casa había vacas no se pude decir que pasáramos hambre”.

Los estudios.

“Empecé a ir a Araceli (una escuela) donde el Loyola con ocho años. Y después con doce fui a la academia Ojanguren y me puse a repartir tarjetas en una imprenta. Leía mucho: tebeos, novelas… todo lo que caía en mis manos. Soy un lector empedernido. Ahora lo leo todo por internet, incluidos seis o siete periódicos al día. Ya con trece años me incorporé mañana y tarde a la imprenta. Luego fui a alguna academia para estudiar Contabilidad. Bueno, más bien aparecía por allí”.

El inicio de su relación con el fútbol.

“Ha estado siempre en mi vida, aunque jugué a nivel de alcantarilla: unos días era portero y otros delantero. En el barrio jugábamos en la calle. Allí estaba Chuso, los hermanos Poladura, Pinichi… A partir de las siete era normal que hubiera partidos. Con seis o siete años mi padre, que era muy del Oviedo, empezó a llevarme al Tartiere. Recuerdo que me ponía en un lateral y veía pasar corriendo la banda a Hermes González. ¡Aquello era una maravilla! Me acuerdo muy bien de aquel equipo: Toni, Alarcón, Marigil, Girón, Paquito, Hermes González, José Luis, Joao Jorge, José María… Yo quería parecerme a Alarcón: era un central delgado, que iba muy bien de cabeza. En un partido contra el Barça marcó a Kubala y se las llevó todas”.

Prieto, en su despacho. Luisma Murias

Cuando fue boxeador.

“Empezamos a ir a un gimnasio a practicar boxeo y casi al mismo tiempo íbamos a El Cristo a jugar al baloncesto. Y también corrí los 400 y 800 metros. Me apuntaba a todo porque no había otra cosa que hacer. Empezamos a jugar al baloncesto en el gimnasio de la Policía Armada, en Buenavista. Allí estaba Nemesio Cimadevilla, que había estado en Venezuela y había sido boxeador profesional. Y allí me apunté junto con el hermano del Tarangu (ciclista) y otros más. Hice algunas peleas como amateur durante un año. También hice un curso de masaje y de entrenador”.

El dinero.

“Siempre anduve bastante bien porque con doce años me sacaba un dinero repartiendo paquetes de una imprenta en bicicleta. Económicamente era independiente. Solo tenía que ahorrar para San José y Semana Santa para comprar un pantalón, una camisa y unos zapatos: había que estrenar”.

La empresa.

“En el mundo de las artes gráficas empecé de chico de los recados. Luego estuve trabajando en una fábrica de papel continuo, donde aprendí bastante. Era cajista. Alguna vez me tocó ir a echar una mano a “La Hoja del Lunes” cuando se tiraba en “Región”, en la calle Fray Ceferino. No eran sueldos de élite, pero se cobraba bien. Con veinticuatro o veinticinco años llegó el momento de independizarme. Y con otro socio compramos una imprenta en Moreda. Necesitaba otros horizontes: tenía buena relación con los clientes y la necesidad de tener un taller propio. De aquella no se podía abrir una empresa nueva: tenías que hacerte con una que ya estuviera funcionando. No había libertad de empresa, y menos en artes gráficas (se ríe). Luego ya nos trasladamos a Oviedo. Tuvimos casi cincuenta empleados. Ahora ya estoy jubilado”.

El futuro del papel.

“El papel estará presente siempre y no va a desaparecer. También iban a desaparecer las radios cuando apareció la televisión y ahora son esenciales para que funcione cualquier país: lo mismo que el papel y las imprentas. En internet puedes tener 500 imágenes, pero lo que siempre permanecerá serán las que tengas en papel. El papel ahí queda: ni se pude manipular ni se puede borrar, como sí sucede con internet. El papel sobrevive a todo salvo al fuego”.

Prieto, en su despacho. Luisma Murias

La política.

“En casa eran militantes del PSOE ya antes de la guerra. A San Esteban llegaba gente de Sama y de por ahí a reuniones en las que escuchabas contar cosas y cantar canciones raras que yo no entendía, sobre todos ‘asturianadas’. Venían al cementerio y a dónde ahora está Televisión Española a dejar flores. Recuerdo a mi padre escuchar Radio Pirenaica y algunas otras emisoras con muchos ruidos”.

Ser niño y de izquierdas en Oviedo

. “De aquella no entendíamos ni de izquierdas ni de derechas. Nuestra única idea era ir al colegio y volver a casa para jugar al fútbol. Luego ya de mayor tomas conciencia, como cuando empezamos a imprimir “Avance” y “El minero” de forma clandestina. Lo hacía con un oficial por la noche. Ya por la mañana venían los contactos a recoger los periódicos para distribuirlos por todos los sitios. Eran los últimos años del franquismo. Alguna vez tuvimos algún problema con el comisario Ramos: él preguntaba, pero lo despistábamos”.

Los primeros contactos con el Oviedo.

“Con diez años iba al Tartiere gracias a las entradas que nos daban Poladura y otros jugadores. Luego tuve relación con José Luis Díaz, que estaba llevando el Vetusta. Poco a poco empecé a ayudar. Y llegaron unas elecciones a la presidencia. Entre José Luis, unos exjugadores y más gente me animaron a presentarme. Me llevé un palo tremendo porque perdí por 3 a 1. Cuando termina el recuentro salgo y me encuentro con Julio Puente, “el maestrón”, que me pregunta: “¿Y ahora qué vas a hacer” “Pues volver dentro de cuatro años”, le respondí. Así que seguí vinculado al Vetusta, a los equipos inferiores, al balonmano…”.

Su llegada a la presidencia.

“Unos meses antes de las nuevas elecciones me llama Julio Puente y me pregunta si voy a volver a presentarme. No tenía intención, pero lo pensé y dije: “¿Por qué no”. Era 1988. Bango, que era un tipo excepcional, un hombre de fútbol, dejaba la presidencia porque estaba un poco pachuchín. Siempre me aconsejó muy bien y no criticó. El equipo acababa de ascender a Primera y las elecciones iban a tener lugar jugándonoslo todo. Fuimos a Mallorca, lo celebramos y durante unos días nos olvidamos de las elecciones a las que se presentaron Moisés Álvarez, el de Tradehi, y Evelio González, un ejecutivo del Corte Inglés”.

Prieto, con Tabárez

Estreno en Primera División y la relación con Miera.

“Llegamos con un equipo casi hecho y con el entrenador. Nos adaptamos a lo había, que era de casa, tratando de culminarlo con otros fichajes. Incorporamos pocos jugadores y con un criterio muy selectivo. Vicente Miera hizo una temporada estupenda: aprendí mucho con él. Yo había estado seis años en el Vetusta con Julio Marigil, con el que también aprendí mucho. Marigil y Juan Mesa fueron mis apoyos constantes. Con Miera la relación fue muy cordial. Era un tipo muy exigente, lo que nos vino muy bien porque no sirvió para modernizar, como pudimos, la estructura: no había masajista, no había médico… Se hizo una estructura muy espartana con Manolo el médico, Andrés Llavona y Miguel Sánchez”.

El adiós de Miera.

“Consiguió la permanencia, pero un día cogió y me dijo: “Tienes que buscar entrenador”. Tampoco le pregunté el porqué. Miera es un hombre muy recto y había que respetar sus decisiones. No creo que pensara que era hombre del otro presidente. Aspiraba a otras cosas, como entrenar al Real Madrid o a la selección, como así fue. Creyó que ya había cumplido su etapa en el Oviedo. Y lo hizo de forma brillante”.

Los consejos de Luis Aragonés.

“Me gustaba Vicente Cantatore. Lo había visto entrenar varias veces y tenía buenos informes de él a través de Ramón Martínez. Simplemente hablamos con él, pero ya lo tenía hecho con el Sevilla. Hubo un diálogo, pero no una oferta. Irureta siempre fue nuestra primera opción. De él me habló Luis Aragonés, con el que siempre tuve muy buena relación. En el Oviedo jugó un año cuando estaba empezando en el fútbol. De aquella los jugadores salían del campo después del partido y llevaban las botas en la mano. Chuso y yo los esperábamos y les bajábamos las botas hasta el bar Lisboa. Luego te pagaban a algo, te daban una peseta, te invitaban al fútbol o simplemente te daban las gracias. Una vez fuimos Madrid a negociar una cesión y pasamos a saludar a Luis. Le conté la historia de las botas y me respondió: “¿Tú que eras aquel rubio de orejas grandes”. Se acordaba. Tenía una memoria prodigiosa. Comenzamos una buena relación. Y cuando tenía alguna duda siempre recurría a él”.

La era Irureta.

“Ya como técnico, y a través de unos contactos en el País Vasco, estuvimos siguiendo su trabajo en la selección de Vizcaya, en el Sestao y la media temporada que estuvo en el Logroñés. De Logroño lo echaron yendo bien. Fue algo espectacular lo del presidente del Logroñés: Marcos Eguizábal era un especialista en vinos, no en fútbol. Con Irureta se formó un equipo que pasó a la historia. Tenía una plantilla que competía muy bien. Se consiguió que cada año creciera la gente de la cantera y traíamos a esos jugadores diferenciales como fueron Jerkan, Gracan o Jankovic”.

Prieto, con Vázquez a su izquierda

Aquellos fichajes extranjeros que marcaron una época.

“El operativo para fichar en el extranjero lo teníamos montado en base a jugadores que habían estado aquí como Ratomic, que había sido portero y que estaba en el Estrella Roja. Le llamábamos por teléfono: “Necesitamos un central. ¿Tenéis algo bueno ahí”. A veces nos mandaba algún vídeo y luego ya íbamos a verlo jugar en directo. En aquellos años todavía había problemas para fichar a jugadores del Este. El primer futbolista que salió menor de 25 años fue Jerkan. Hasta entonces solo se podían fichar mayores de 28. Fuimos los primeros en ejecutar una cláusula de rescisión: depositamos 25 millones de pesetas en la UEFA y nos hicimos con sus derechos”.

Las negociaciones con corbatas, crema, chocolate y traductor.

“Yugoslavia era un país mucho más abierto y moderno que Rusia o Checoslovaquia. De presidente de la Federación estaba Miljan Miljanic (fue entrenador del Real Madrid y del Valencia) y su secretaria hablaba español. Nos traducía y eso nos ayudaba a hablar con los entrenadores directamente. Nunca hubo que pagar una peseta de más. Lo que hacía era comprar en el aeropuerto de Madrid corbatas y chocolate para regalárselo. El único encargo que me hicieron fue el de una señora que nos ayudó en una traducción y me pidió crema Pons para las arrugas. También llevábamos aspirinas”.

El frustrado primer intento de fichar a Jokanovic.

“Tres años antes de fichar a Jokanovic fui con Enrique Casas (secretario técnico) a Yugoslavia a ver un central que jugaba en el Rijeka. Nos quedamos a dormir en Belgrado, en el hotel donde se concentraba el Estrella Roja. Estando allí estuve con Sekularac, entrenador del Estrella Roja, y con Brizic. Nos hablaron de dos futbolistas que iban a jugar al día siguiente. Los tenían entrenando en Belgrado: uno era Mihajlovic, que luego jugó en Italia donde ahora está entrenando, y el otro era Slavisa Jokanovic. Los vimos jugar y al día siguiente fuimos a por ellos, pero nos dijeron que no podían salir. Mihajlovic fichó por el Estrella Roja y Jokanovic por el Partizan. O se quedaban jugando allí o los obligaban ir a la guerra”.

Prieto, con Ántic

El camión de patatas de la suerte que fichó a la estrella.

“Dos años después, cuando el Sporting jugó la UEFA contra el Partizan, volvimos a ir a ver a Jokanovic. Le pregunté a Joaquín, el del Sporting y me dijo que era un fenómeno. Como estaban en plena guerra entendimos que los contratos eran nulos de pleno derecho. Antic me dice que podía poner un coche para sacarlo por la frontera y lo trajimos hasta Valladolid para que estuviese tranquilo. A los ocho días vinimos con él a Oviedo y empezó a entrenar, aunque tuvimos que recurrir a la UEFA. Llegamos a un acuerdo, pero a cambio el jugador tenía que volver a Belgrado. Fuimos a buscarle otra vez, pero no había manera de llegar desde Budapest a Belgrado por culpa de la guerra. Nadie quería ir. Hasta que aparece un húngaro-cubano que nos consigue que nos lleven por 80 marcos alemanes por cabeza. Nos subimos a las furgonetas y nos meten en una explanada. “Ya verás”, pensé. Lo que hicieron fue cargar todo hasta los topes de sacos de patatas y coca-colas que habían comprado con el dinero que les dimos para luego venderlo allí. Ya de camino empezamos a ver que había problemas: llevaban una radio y se iban desviando por carreteras secundarias hasta que llegamos a la frontera con Serbia. Ya desde allí se veían los resplandores de las explosiones. Llegamos, pero el Partizan no lo dejó marchar. Diez días después lo dejaron salir por Budapest, y allí lo fuimos a recoger”.

El fiasco de Collymore y el menú que no respetaba.

“Fue un fichaje más. No se habla de las otras decenas de internacionales que trajimos y que dieron un resultado positivo. No tengo ningún fichaje favorito. Si tuviera que decir con qué fichajes me quedo con los entrenadores: con Irureta y Luis Aragonés. Lo de Luis fue lo máximo. Si traes un técnico bueno tendrás una plantilla revalorizada. A Collymore los trajimos porque a Antic no le gustaba Peter Moller. Le dije que no, y el consejo dijo que sí. Y vino. Y lo hizo con una condición que luego no se respetó: que hiciese una pretemporada y un control de alimentación. No entiendo que un jugador esté parado seis meses y pueda jugar a los quince días. Antic me pide que viaje con ellos a Las Palmas para que se vaya adaptando. Llego al palco y me encuentro a Geni, que había hecho un partido extraordinario el domingo anterior, allí conmigo, sin convocar. Y viste a Collymore. En el hotel donde vivía tenía unos menús pautados que no respetaba. Fui a hablar con él, le digo que tiene que cambiar, y al día siguiente se va. Al Oviedo no le supuso un coste económico significativo: se le adelantó un dinero que luego devolvió. Lo que le supuso fue perder a Moller, que no estaría muy dotado técnicamente, pero enardecía a la grada”.

La clasificación para la UEFA.

“Recuerdo aquella temporada con mucho sufrimiento. Fuimos a jugar a Gijón y Ramos Marcos no nos pitó un penalti y tuve problemas con él. El Sporting ganó en Valencia y se clasificó, por lo que tuvimos que esperar a que el Atlético ganara la final de Copa. Aquel partido lo fui a ver a LA NUEVA ESPAÑA. Salí muy contento, pero en la puerta me estaban esperando unos ‘artistas’ que bajaron conmigo desde Calvo Sotelo hasta la calle San Francisco diciéndome de todo. Cosas que pasan. Había gente a la que no le gustaba que estuviésemos nosotros en el Oviedo”.

LOS MEJORES MOMENTOS

“Los mejores momentos son cuando ves debutar a un jugador de la cantera. O cuando Luis Manuel, Carlos o Bango fueron internacionales. Son momentos que recuerdas con cariño. Pero de mi etapa en el Oviedo se me quedaron grabados más momentos negativos que positivos. Lo que pasa es que la mente es selectiva y hace que solo te acuerdes de los positivos, pero negativos hubo muchos. Era una tensión diaria. Si no ganabas el domingo… Las críticas me afectaban mucho. Gabino de Lorenzo creó una radio a su imagen y semejanza y desde allí inició una campaña de descrédito”.

Los últimos años dorados del fútbol asturiano.

“Había un trabajo muy bueno de cantera por parte del Sporting. También en el Oviedo, donde se juntaba el éxito con fichajes extranjeros. Esto permitía que al Avilés fueran jugadores de los equipos, donde hicieron buenas campañas en Segunda. Pero en aquel momento eso no se valoraba: siempre había quien te recordaba que el Oviedo había quedado una vez tercero en Primera y que allí habían jugado Lángara o Herrerita. Lo nuestro no se valoraba porque el nivel de exigencia era tremendo. Querían que todos los años jugásemos la UEFA cuando teníamos el presupuesto 17 o 18 de la categoría”.

La eliminatoria ante el Génova.

“Fueron días de mucho trabajo. Al sorteo en la UEFA fueron Cholo Lobato y Juan Mesa, que regresaron avisando de que iban a venir 6.000 italianos y que teníamos que hacer una reserva del 50 por ciento del aforo del Tartiere. A los socios no les gustó lo de tener que pagar y cambiar de asiento. Y después hubo gente que se tomó a risa lo de que iban a venir 6.000 italianos. Por ahí se dijo que los iban a desembarcar en el mercado de ganado de Avilés. Eso llegó a Italia. Y claro, no gustó nada. Pudimos demostrar que no era una fantasía cuando el Génova nos ingresó el dinero de las entradas. Es la ironía de esta ciudad. Aquí ganamos. Y allí nos pitó Schmidhuber, que ya había tenido problemas con el Atlético. En la cena entre los árbitros y los equipos, los italianos le regalaron al trío arbitral tres Rolex de oro. Hubo un pequeño lío porque faltaba un cuarto reloj, el del delegado de la UEFA. Ya vimos que podía pasar lo que lo que fuera, pero que tenía que ganar el Génova. Ahora esto sería un escándalo, pero de aquella era normal llevar a los árbitros a conocer la ciudad y terminar la vista en unos grandes almacenes para que compraran algún recuerdo”.

Prieto, con el expresidente Toni Fidalgo

La llegada de Carso.

“Carso ha asentado el club después de unas épocas de inestabilidad con el paso continuo de presidentes y directivas que no estuvieron acertadas. Se ganó seriedad y se generó una ilusión tremenda. ¿Si hay proyecto Yo lo tengo claro: el proyecto y el capital de un club son los puntos que tengas. De lo que no puedo opinar es de la gestión de Carso: si lo hiciera sería un ventajista, y no lo soy. Hay que apoyar lo que necesite el club”.

Candidato a las primarias de la AMSO para la Alcaldía de Oviedo.

“Lendoiro se había presentado (a la Alcaldía de La Coruña) en su momento álgido (como presidente del Deportivo) y había perdido. Yo no me quería presentar. ¡Si hacía cuatro años que ni era militante del PSOE! Salió en la prensa y por las razones que fuesen se continuó con ese tema. Me presentan a las primarias. Me entero de que voy a ser candidato a un partido que no pertenezco a través de la prensa. Me dejo ir y acepto. Antonio Masip y otra gente con peso querían que yo fuese el candidato. En el Oviedo llevaba cuatro años y medio con la dimisión presentada encima de la mesa a la directiva: siempre me decían que había que esperar. Ya no me soportaba ni yo mismo. Tenía que tener un descanso. Primero dejo el Oviedo y luego me meto en política. En la AMSO no paso el corte y en casa, felices”.

LAS POLÉMICAS

El descenso a Segunda.

“En diciembre decían que íbamos a la UEFA y que con Collymore más, que era la guinda del pastel. Pero por razones que desconozco, el equipo se cayó. Nunca estuvo en puestos de descenso hasta que al final nos echaron abajo. Y encima el fallecimiento de Dubvosky del jugador que marcaba las diferencias. También sabíamos que el cambio de campo nos iba a afectar. Ya lo decía Luis: ‘Jaula nueva, pájaro muerto’”.

La quiebra económica.

Teníamos un presupuesto cubierto al 60-70 por ciento con las entradas, los socios y la televisión, que nos hacía ser de los más bajos de la categoría. Hacíamos un presupuesto más amplio apoyándonos en ventas de jugadores. Había que vender para cubrir la deuda de ese año y del siguiente, y a la vez traer futbolistas para suplir a los que se iban. Era una entelequia. Y llega el descenso, cuando encima teníamos un seguro, pero con tan mala suerte que ese año las empresas que nos aseguraron quebraron”.

Invasión del palco ante el Elche

“Normal que ocurriera. Instigaban a los chavales en el campo del Astur invitándolos a cerveza y a todo eso, y luego iban al Tartiere adoctrinados. Si perdías, malo; si ganabas por 1-0, peor. El día del Elche surge el problema en un momento en el que no había Policía Nacional, sólo había una mínima seguridad privada. Había un comisario y un responsable de seguridad y nunca nos explicaron el porqué. Ya había tomado la decisión de irme antes, el equipo había tocado techo en lo económico y todo eran trabas”.

La creación del Oviedo ACF.

“El entorno de Gabino no era el mejor para el fútbol de Oviedo. Fue una chifladura tratar de hundir al Real Oviedo y sacarse otro club de la manga. Los jugadores creían que defendían sus derechos y alguien les aconsejó que hicieran aquello, erróneamente. No sé cómo estará esa herida. Pero sí que sé que el sistema de ‘buenos y malos’ no cabe en un club de fútbol y el oviedismo tiene que olvidarse de eso. Todos somos del Oviedo. Unos tienen un criterio y otros, uno distinto”.

La relación con Gabino de Lorenzo.

“De aquella teníamos una relación de pasteleo. Tengo mejor relación ahora con él que en aquel momento. Nos conocíamos antes de que fuera Alcalde. Teníamos relación desde chavales, pero no salíamos juntos. A los dos nos gustaba el boxeo. Y luego le imprimí las campañas a la Alcaldía. La relación no se tuerce, simplemente no me gustaba que me manipulasen. Pero el problema no era Gabino, era su entorno, que quería una serie de privilegios, de historias y de manejos. Metió a dos en el consejo de administración (Pedro Pascual y Avelino Martínez) por el capital que tenía el Ayuntamiento. Gabino ya ha pedido disculpas a la afición reconociendo que se había equivocado creando el Astur. El problema en el fútbol es que hay gente que llega a los clubes con la idea de obtener beneficios económicos: el que quiere hacer las auditorías, el que quiere esto, aquello, o simplemente estar para vacilar”.

Prieto, con Gabino de Lorenzo

Celso González.

“Él y todos los que estuvieron en el Oviedo vinieron a colaborar de forma altruista con el club. Apoyaba con su experiencia empresarial y avalando créditos para que el Oviedo pudiese pagar los contratos. Hace 20 años que no hablo con él. Ni tenía relación antes de que llegara al Oviedo, ni la tengo ahora. Él estaba subiendo con su despacho y, además, era un apasionado del Oviedo. Nunca tuve ningún problema con él. Fue el gran defensor de que continuase allí cuando presenté la dimisión”.

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