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Qué fue de aquellos fichajes

Verdés no hacía amigos

“Reconozco que en Oviedo me gané fama de jugador duro: no me quejo de ello”, rememora el excentral, retirado del fútbol y propietario de un restaurante japonés en la capital asturiana

Verdés, en un entrenamiento en El Requexón. | Julián Rus

Era febrero de 2015 y el Oviedo volaba en Segunda B. Parecía que sí, que esta vez era el año. Que el curso acabaría en ascenso. Así fue. Resulta que como en febrero tenía todo tan, tan buena pinta, el Oviedo empezó antes de tiempo la planificación en Segunda. Carmelo del Pozo era el director deportivo y fue a ver un partido del Alcorcón en Santo Domingo. Al acabar, fue a hablar con un espigado central de 30 años.

–Te quiero para el Oviedo el año que viene. Ya hablaremos.

–Gracias por el interés. Hablamos.

Ese central era Héctor Verdés (Valencia, 1984) y a los pocos meses se convirtió en central del Oviedo. “El Alcorcón quería que siguiese, pero me llamó mucho la atención la ciudad y el entorno del Oviedo. Había muchísima presión”, explica el valenciano, que se retiró del fútbol siendo jugador del Castellón en enero de 2020.

Verdés estuvo tres años en el Oviedo y siempre que las lesiones se lo permitieron fue titular. Tenía fama de duro y de rozar el fútbol violento. Él quita hierro al asunto. “Reconozco que igual me gané esa fama de jugador duro, pero tampoco me quejo de ello. Yo era muy competitivo y cada balón para mí era morir o vivir. Me gustaba ser ese tipo de defensa”.

Lo cierto es que fuera del campo Verdés siempre fue todo lo contrario: sus compañeros lo definían como un tipo calmado y bromista. De su etapa en el Oviedo destaca el derbi que jugó en El Molinón (1-1), el primero tras el regreso de los duelos, el del gol de Toché. “Increíble. Sin duda uno de los mejores momentos deportivos de toda mi carrera. Todavía recuerdo una narración de un locutor de radio que se hizo muy popular por aquel entonces”, rememora el central, que en Asturias vivió en la zona de El Berrón y pasaba su tiempo libre cuidando de su gallinero.

En Oviedo fue feliz, dice, y además miró más allá del fútbol. Es el propietario de un restaurante de comida japonesa en la ciudad. “Me lo gestiona desde Oviedo una chica, pero estoy en contacto con ella prácticamente todos los días. Cuando puedo, subo tres o cuatro días a Asturias”.

Dice Verdés que está bien, vive en Castellón con su mujer y sus hijos y se define como feliz. Una enfermedad reumática que arrastra desde los 23 años le sacó del fútbol antes de tiempo. “Tuve que parar. No me quedaba otra. Físicamente estaba bien, pero sentía demasiado dolor”.

Tras pasar por el Oviedo estuvo una temporada en el Majadahonda y completó media en el Castellón. Antes estuvo en el Alcorcón, Elche, Valencia Mestalla, Barcelona B y Xerez. “Parece que no, pero mi carrera dio para mucho, eh...”.

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