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Manual de supervivencia: los 2 días de Ziganda entre la derrota ante el Burgos y el triunfo en Ponferrada

El Cuco coge aire en El Toralín tras su semana más difícil y una apuesta por los pesos pesados. | El técnico tiró de experiencia y la calma tras la bronca del Tartiere y el incidente con Berjón

José Ángel Ziganda, en Anoeta. | Área 11

La escena con Saúl Berjón parecía, más que un banderillazo, la estocada final. Ziganda recibía aquella noche la primera gran bronca desde que se había hecho con el mando del Oviedo. El 1-3 ante el Burgos, que hacía la sexta jornada sin ganar, dejaba al técnico entre la espada y la pared. Ponferrada, a solo tres días de ese golpe, aparecía en la travesía como el salvavidas, la tabla a la que agarrarse. Y, como en el incidente con Berjón, el Cuco optó por mantener la calma, perfil bajo, nada de estridencias. Preparar el choque en apenas dos días y tratar de sacarlo adelante. Para ello, se refugió en los veteranos, con Arribas y Mossa rescatados para la causa. Y el asunto funcionó.

El Oviedo ganó en Ponferrada, en un ejercicio de supervivencia, con más corazón que fútbol. Y gran parte del vestuario celebró la victoria en un doble sentido: porque calma las aguas y porque le da aire al técnico. Como sucede con todos los entrenadores, Ziganda tiene en la caseta defensores y críticos. Una constante en el fútbol. Pero si hay un asunto en el que coincide la gran mayoría es en que al técnico le habían pasado demasiadas facturas en los últimos días, los peores para él desde que en febrero de 2020 asumiera el mando de la nave azul en una situación más que comprometida, con el Oviedo en zona de descenso.

Ziganda, en El Requexón Real Oviedo

Según la versión del vestuario azul, Saúl Berjón le habría dicho a Ziganda al retirarse a los vestuarios y segundos después de recibir el aplauso unánime del Tartiere: “¿Quieres mi camiseta?”. La anécdota desagradable, ante la que el entrenador tiró de sosiego, y la bronca final del Tartiere habían dejado al técnico más tocado que nunca.

Los que conocen a Ziganda se encargan de subrayar su carácter tranquilo y su poso para manejar situaciones de este tipo. “Bingen (Arostegi, el segundo entrenador) es más pesimista en este sentido, se deja llevar más por las emociones, pero Cuco es tranquilo. Y tiene experiencia de sobra en el mundo del fútbol”, dicen desde su entorno.

Pero esa aparente calma no se convierte en inconsciencia: como explicó en su intervención antes del choque de El Toralín, el técnico sabía que no haber ganado era más que posible su destitución. Ziganda suma más de 500 partidos como jugador y más de 500 como entrenador. Contar con un bagaje tan amplio supone una ventaja en situaciones como la actual, donde otros pueden ser devorados por el escenario.

Según la versión del vestuario azul, Saúl Berjón le habría dicho a Ziganda al retirarse a los vestuarios y segundos después de recibir el aplauso unánime del Tartiere: “¿Quieres mi camiseta?”.

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Hay un detalle que parece haber jugado a favor del entrenador: tras perder contra el Burgos solo había tres días antes de jugar en Ponferrada. No hubo tiempo apenas para digerir la dolorosa derrota. Tampoco espacio suficiente para una solución drástica. Si el siguiente encuentro hubiera sido una semana después, quién sabe lo que podría haber ocurrido. Pero a Ziganda le surgió una vida extra y quiso aprovecharla.

Los que han tratado con él estos días, especialmente dentro del club, subrayan que, al menos de forma aparente, el entrenador siguió con la misma actitud. Quizás la procesión iba por dentro. Aquí también ayuda el hecho de jugar otro partido decisivo en tan poco tiempo. El Cuco se enfrascó en su trabajo. Ni siquiera le dio especial importancia al incidente con Berjón. Su única preocupación, lo dijo en la sala de prensa y lo corroboran los que han compartido jornada con él, era salir victorioso de El Toralín, un escenario gafe para el Oviedo históricamente.

El triunfo fue el balón de oxígeno que necesitaba. Y, además está el cómo se lograron los tres puntos. En un ejercicio de supervivencia. Por actitud más que por fútbol. Y, detalle importante, con un paso adelante de veteranos como Mossa o Arribas, sin mucho protagonismo hasta ahora y que dieron la cara en el momento más adecuado. “Eso es que están con el entrenador”, coincide la gente más cercana a Ziganda. También Borja Bastón, el futbolista por el que más apostó el Cuco este verano tras un mal año en Leganés. El ejemplo del delantero, que está dando un paso adelante en el momento más complicado del curso, sería otro caso de cómo los jugadores con más peso están con el entrenador.

El triunfo da una tregua al técnico, pero no soluciona todos los problemas de golpe. El domingo llega el Málaga, uno de los equipos que mejor se ha reforzado este verano y un incordio para los rivales de la mano de José Alberto López. Y está el Tartiere como juez de todo lo que suceda. Un triunfo sobre seis choques en casa no parece un saldo aceptable y todo lo que no sea una victoria azul podría encender las alarmas. Para encarar la semana, Ziganda tiene la receta: calma, rutina y centrarse en lo deportivo. Aplicar una vez más el manual de supervivencia.

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