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A Ziganda le sale otro plan tras la buena imagen de Eibar

El juego del Oviedo en Ipurúa, a pesar del desenlace, refuerza la idea de que el equipo puede ser protagonistas con la pelota

Jimmy da un pase ante Expósito y Corpas. | Área 11

Jorge Pombo como ejemplo. Salió al terreno de juego y todo lo que pasó por su lado mejoró. Hasta Cornud, errático hasta entonces, se transformó en un lateral profundo. Los buenos contagian a sus compañeros. Con dos chispazos y numerosas acciones sumando, el aragonés se convirtió en Ipurúa en el más genuino representante del Oviedo que pide paso, aquel que pide el balón al pie y trata de someter al rival con la pelota. Y aunque la versión más atractiva se quedó sin premio, queda demostrado que este equipo puede optar a grandes metas jugando al fútbol.

Lo de Pombo sirve de ejemplo, pero no lo explica todo. Para empezar porque el equipo de Ziganda ya estaba bien plantado sobre el césped cuando el atacante irrumpió en el campo. Al Cuco el guion le salió a la perfección en uno de los escenarios más peligrosos de Segunda: 5 victorias locales en 7 partidos disputados en Ipurúa.

Salió el Oviedo a morder arriba, a presionar la salida del Eibar, algo que no es tan novedoso: en Ibiza o Zaragoza, por poner dos ejemplos a domicilio, los azules emplearon de primeras la misma estrategia. La novedad esta vez fue que la propuesta se extendió durante más tiempo. Salvo los 2 últimos minutos de choque, una excepción causada por la presencia de Fernando Llorente como foco ofensivo armero, el Eibar nunca se mostró superior al equipo de Ziganda.

Al equipo le faltó la suerte que sí le había acompañado en momentos puntuales de las dos últimas citas, pero la lectura no debe quedarse en una simple cuestión numérica. El Oviedo regresó de Ipurúa con cero puntos pero con un nuevo plan en la libreta del Cuco. La derrota duele por cómo se dio pero puede servir a medio plazo: hay otra forma de expresarse en el campo y el Oviedo cuenta con jugadores para hacerlo. Hay vida, y perspectivas para crecer, más allá de la manida seguridad defensiva y el trabajo gremial de los once futbolistas.

Pombo es el mejor ejemplo pero no el único en la productiva plantilla carbayona. Montiel, infrautilizado hasta la fecha, también habla el mismo idioma. Y está Matheus, al que también se le esperaba. En Ipurúa demostró que es más que un hombre de área. Que él también marida con un estilo más atractivo.

Ahora le toca a Ziganda mover pieza. De él depende que el equipo afiance un estilo más atractivo sin perder las constantes defensivas que le han permitido, con sus altibajos, merodear la zona de play-off. El reto del Cuco es integrar a Pombo para que sea algo más que un recurso cuando las cosas no están bien, al estilo de lo que logró con Nahuel el año pasado, y que el equipo consolide un estilo más ambicioso con el balón, ya sea como alternativa o, si las cosas salen tan bien como en Ipurúa, incluso como plan A.

El primer examen post-Eibar llega sin tiempo de asimilar las cosas. Será Las Palmas el que pruebe el intento de los azules de hacerse fuertes en casa. Un equipo al alza, con tres triunfos seguidos y Jesé en plan estrella, que pelea por colarse en los puestos de ascenso directo. Un hueso.

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