Era uno de los primeros entrenamientos del Vetusta de la 2017/18 y Jimmy tenía las maletas preparadas. El club quería cederlo por un exceso de centrocampistas. En plenos estiramientos post-sesión, el pivote se dirigió a Javi Rozada, entrenador, así: “Sé que el club me quiere ceder, pero esta pretemporada va a costar que me saqueéis”. Y vaya si costó. Tanto que el club cambió de planes, evitó fichar un pivote como era el plan inicial y confío en Jimmy. La jugada salió redonda, porque el ovetense se hizo con el timón, el Vetusta ascendió y, al año siguiente, Anquela le subió al primer equipo. El último paso en la vertiginosa evolución de Jimmy se ve esta temporada: titular indiscutible, destacado con los de Ziganda, el Oviedo anunció ayer el acuerdo cerrado la semana pasada, como informó LA NUEVA ESPAÑA: su contrato se prolonga hasta junio de 2024.
Es el premio a la ascensión continua, al aprendizaje y a la constancia. Dos momentos claves definen la trayectoria de Jimmy en el mundo del fútbol. El más importante quizás fue el que vivió ese verano en el Vetusta. Por lo que significó un año que acabó con el ascenso a Segunda B. Aquello fue un máster para él. “Le costaba dar pases hacia adelante, tenía la manía de jugar atrás y a los laterales. Estuvimos muy encima de él. Le obligábamos a que, tras robo, siempre diera el primer pase hacia adelante. Le costó, pero cogió el automatismo”, señala Rozada, que añade: “Es un trabajador nato. Conmigo no se perdió ni un entrenamiento”.
Otras cosas ya las traía de serie. “Siempre fue listo para robar, bien colocado y fue limando el pase, cada vez fallando menos”, indica el técnico. Jimmy se salió con el Vetusta. Al ascenso le siguió la mejor temporada en la historia del filial, ya en Segunda B rozando el play-off. Aunque se perdió los últimos partidos por el mejor de los motivos: Anquela le reclutó para el primer equipo.
El Vetusta cambió su sino y le empujó hacia el fútbol profesional, donde se ha agarrado con firmeza. Pero antes de la experiencia en el filial, Jimmy vivió otro año decisivo, con apenas 19 años. En el verano de 2015 y tras acabar su periplo como juvenil, el Oviedo no le encontraba acomodo en el Vetusta. Se le buscó una cesión y Jimmy pidió volver al Astur.
Allí lo dirigió Andrés Hernández, que lo conocía de tiempo atrás. “Cuando Jimmy era cadete ya subió alguna vez con el primer equipo. Lo que más me gustaba de él entonces era su personalidad. No estaba formado, era endeble, tenía 14 o 15 años, pero lo suplía con visión de juego, capacidad de trabajo y una personalidad muy marcada”, señala el ahora entrenador del Langreo B.
Aquella 2015/16 acabó con el Astur descendiendo a Preferente. Pero Jimmy cogió galones. “Lo que más mejoró aquel año fue en el plano físico. Se desarrolló y empezó a ganar duelos, algo muy importante en su posición”, indica Andrés Hernández.
“Es mucho más vertical. Ahora, su primera mirada cuando recibe es hacia adelante. Y rompe líneas de pase. Es más valiente, arriesga y llega al área”
A sus 24 años, Jimmy ha recibido la recompensa anhelada, en una temporada que le encumbra como un pivote de peso en Segunda. Pero, ¿en qué ha mejorado Jimmy en los últimos tiempos? “Es mucho más vertical. Ahora, su primera mirada cuando recibe es hacia adelante. Y rompe líneas de pase. Es más valiente, arriesga y llega al área”, analiza Rozada, que sigue con las mejoras: “Tiene más tablas. Recupera y sabe siempre qué hacer con la pelota, ha eliminado muchas pérdidas de balón y se atreve con los pases en largo. Además, llega mucho más que antes al área rival, coge más altura”.
Para Andrés Hernández, su actual rendimiento al alza se resume una idea: confianza. “Creo que es una cuestión más mental que futbolística. Es la primera vez que juega consciente de que es titular en el Oviedo. Eso le ha reforzado. Los que le conocemos siempre le decíamos ‘atrévete’, porque las condiciones las tenía. Ahora sí se atreve”, asegura su exentrenador.
