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Muchos méritos ante los grandes, pero escaso botín: la paradoja del Oviedo

El Oviedo, que siempre ha mostrado su mejor imagen ante los de arriba, solo ha logrado, sin embargo, 10 puntos de 27 ante los siete primeros

El balón entra en la portería de Femenías tras el remate de Tejero. | Luisma Murias

Ante el Eibar, un botín menor: 1 de 6. Y sin embargo, la sensación de que el Oviedo, este Oviedo de Ziganda, es capaz de competir contra un enemigo mayúsculo. El equipo armero tiró, por ejemplo, de un campeón del mundo como Fernando Llorente, para tratar de igualar las fuerzas. Solo un zapatazo de Tejero en los últimos instantes pudo equilibrar un choque que volvió a mostrar el mejor Oviedo. “Ningún equipo había sido tan superior como el rival en la primera parte”, pronunció Garitano, técnico del Eibar, al término del choque. Otra vez en la cita más de más envergadura. Pero, también otra vez, con escaso premio. Una tónica que se ha observado a lo largo de la temporada cuando los azules se juegan la vida ante los equipos de arriba.

Solo la Ponferradina ha experimentado, entre los 7 primeros equipos de la clasificación, la versión más práctica de los azules en la competición. El Oviedo le derrotó en los dos choques disputados. En El Toralín, tirando de pólvora: Obeng y Bastón como argumentos más sólidos (1-2). En el Tartiere, con viento a favor por la tempranera expulsión de Espiau, con dos chispazos de Borja y Pombo (2-0), los que acumulan más talento. El saldo de triunfos ante los siete primeros solo cuenta con esas dos victorias del Oviedo.

Porque a las óptimas sensaciones contra los favoritos al ascenso no les siguen de la mano los números. El Oviedo ha sumado hasta ahora 10 puntos contra los siete primeros de la tabla después de 9 duelos directos. Es decir, 10 sobre 27 puntos en juego, el 37% de los puntos en disputa. El saldo se basa en los dos triunfos ante la Ponfe y los empates en el Tartiere frente al Tenerife (0-0), Girona (0-0) y Las Palmas (1-1), además del reciente contra el Eibar (1-1). Además, los de Ziganda han caído contra Almería (2-1), Valladolid (2-1) y ante el conjunto armero en Ipurúa (1-0).

Entre las razones de un saldo mejorable pueden encontrarse argumentos de todo tipo. Al equipo le ha faltado suerte en los momentos puntuales. Eso es innegable. En Ipurúa estrelló dos balones en los postes cuando dominaba el juego y encajó en el 90 en una acción defensiva mejorable cuando los locales estaban con un futbolista menos. En Valladolid, a Femenías se le escurrió un balón de las manos justo antes del descanso y con empate. Después, Bastón falló un penalti que hubiera igualado la contienda. Ante el Girona, Obeng falló un remate sencillo desde el área pequeña, en plena vorágine de llegadas azules de una notable primera parte.

Pero la mala fortuna no define todo el panorama. A los de Ziganda también les ha faltado continuidad en sus propuestas. Como se vio el pasado lunes: con un paso atrás en la segunda mitad, lógico por otra parte ante un rival de esa envergadura. Contra el Girona y Las Palmas, por ejemplo, al Oviedo le faltó vigor en la segunda mitad.

Y está la falta de contundencia en el área contraria. El doble enfrentamiento ante el Eibar, como mejor ejemplo, con un sinfín de ocasiones malogradas ante Yoel. La suma de varios factores es lo que evita que el Oviedo luzca más fuerte en los enfrentamientos directos.

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