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Dani Calvo Defensa del Real Oviedo

"Vivir un ascenso es mejor que te toque la lotería; quiero repetir"

“Todos los jugadores hemos mejorado desde que empezó la Liga; Borja y Jimmy son los que más me han sorprendido”

Dani Calvo, ayer en El Requexón. | Real Oviedo

Es el muro del Oviedo. Desde sus 192 centímetros otea todo lo que pasa en el campo y cierra filas en torno a Femenías. Dani Calvo (Huesca, 1994) es uno de los valladares de este Oviedo que quiere asaltar el play-off desde la seguridad defensiva. Calvo sabe lo que es jugar el play-off, lo hizo con Numancia y Elche, y ascender, lo conquistó con los ilicitanos. El zaguero reconoce a LA NUEVA ESPAÑA que su ilusión es repetir aquella experiencia del Martínez Valero.

¿Cómo se encuentra?

Totalmente adaptado y contento. Tanto con el club como con la ciudad. Tengo un niño, Lucas, que en febrero hace un año y estamos muy a gusto aquí. Vivimos en La Fresneda, nos gusta mucho Asturias.

¿Conocía algo?

Había estado en Oviedo en varias ocasiones pero solo para jugar. Llegar, el partido e irte. No lo había conocido en profundidad como ahora. Me gusta mucho.

Dani Calvo, en El Requexón. Real Oviedo

¿Pidió informes antes de firmar?

A nadie personalmente, pero sí es verdad que mi representante me habló del Oviedo porque tiene otros jugadores que han estado aquí. Ramón Folch, por ejemplo. Y las referencias eran muy buenas.

¿Cómo alguien que jugó 25 partidos en Primera en un equipo que se salva acaba firmando en Segunda?

Por un cúmulo de circunstancias, supongo. La cosa es que llevaba tiempo esperando a ver si se concretaba alguna oferta, había algunas situaciones interesantes, pero había que esperar. Hubo un momento en que me cansé de esperar. El Oviedo me presentó una propuesta muy interesante. Me gustó lo que me explicó Rubén Reyes y decidí venir aquí. Y creo que he acertado, a los hechos me remito.

¿Qué le dijo Reyes?

Me explicó lo que quería de mí y del equipo. Me convenció. El Oviedo es el que me mostró un interés más fuerte en tenerme y eso, para mí, es muy importante. También hable con el Cuco, dos o tres días antes de fichar, desde Huesca. Me contó lo que quería, cómo lo veía él, y coincidía con lo que yo buscaba.

Superada la primera vuelta, ¿cómo ve al equipo?

En buena forma, en línea ascendente. La idea es mejorar los números de la primera vuelta, si lo hacemos hay muchas posibilidades de conseguir algo grande.

¿Se ve jugando el play-off?

Yo soy optimista, es difícil saberlo, pero hay algo que está claro: todos los compañeros hemos mejorado desde que empezó la Liga. Veo una segunda vuelta prometedora. Ojalá logremos dar ese paso.

Usted jugó el play-off con el Numancia y con el Elche. Ascendió con los de Pacheta. ¿La fórmula?

Lo fundamental es no descolgarte. Estar metido en el pelotón, pero sin perder el paso. Y fijarte objetivos a corto plazo. Ni en Soria ni en Elche hablábamos de play-off, salió de forma natural.

¿Atraviesa su mejor momento de la temporada?

Puede ser, sí. Me da la sensación de que voy de menos a más, en la misma línea que el equipo.

Parece usted un futbolista diésel: tarda un poco en coger el ritmo pero luego ya no para.

Podríamos decirlo así, sí. Hay que tener en cuenta de que firmé tarde con el Oviedo, con apenas dos semanas de entrenamiento ya debuté en la Liga. Me faltaba rodaje. Pero es verdad que por mis características necesito continuidad: 3 o 4 partidos seguidos para mejorar mi versión.

 ¿Conocía a David Costas?

Personalmente, no. Como futbolista, sí, de enfrentarme a él. Sabía que era un central con unas condiciones físicas excelentes, rápido, fuerte, que lleva disputas de cabeza… En su etapa en el Barça B me llamó la atención además la confianza que cogió con la pelota.

Costas y yo nos complementamos bien. Nuestras características se adecúan al otro. Hacemos una buena pareja. Necesitamos partidos para ir compenetrándonos, pero ahora funcionamos mucho mejor.

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Parece que llevan jugando juntos toda la vida.

Nos complementamos bien. Nuestras características se adecúan al otro. Hacemos una buena pareja. Necesitamos partidos para ir compenetrándonos, pero ahora funcionamos mucho mejor.

¿Quién le llamó la atención en la plantilla?

Borja Sánchez. Le vi hace dos años, pero estaba un escalón por debajo respecto a ahora, y el año pasado lo seguí menos porque yo jugaba en Primera. Tiene un talento impresionante. También me sorprendió Jimmy, otro que ha ido de menos a más y está rindiendo a un nivel altísimo.

Hablemos de su carrera. Jugó al fútbol y al tenis y también hizo natación.

Practiqué los tres, sí. La natación, a menos nivel. Mi madre era monitora en un club de Huesca y yo entrenaba en la piscina. Participé en alguna competición, pero poca cosa, en estilo libre. No era mi fuerte: hacía 20 o 30 metros intensos y ya estaba agotado (risas).

Dani, el muro del Oviedo R. O.

¿Y el tenis?

Eso sí se me daba bien, la verdad. Entrenaba un par de días a la semana, de pequeño, y también competí en campeonatos autonómicos. Era una especie de liguilla que jugabas con otros chavales de Aragón y sumabas puntos para el ranking. Luego, al cumplir años y empezar más intenso con el fútbol lo tuve que dejar.

¿Siempre tuvo claro que lo suyo era el fútbol?

Siempre. El fútbol te daba el jugar en equipo, hacerlo con tus amigos, el vestuario… Eso no te lo daba el tenis. Además, estaba la presión en casa, que mi padre era el entrenador (risas). Me entrenó unos 8 años cuando era niño.

¿Y cómo fue la experiencia?

Muy buena, pero también había momentos complicados, ¿eh? Yo jugaba con mis amigos y cuando uno no jugaba no podía rajar del entrenador delante de mí. Y varios enfados que iban del campo a casa. Y le tocaba mediar a mi madre. Como entrenador, mi padre me exigía mucho, creo que más de lo que yo podía dar.

Un ídolo de pequeño.

Zidane.

¿Zidane como ídolo de un central?

Era un futbolista maravilloso y me tocó de pequeño. Y eso que yo no era del Madrid ni del Barça, ¿eh? Además, yo al principio jugaba en el medio, aunque era más defensivo me gustaba llegar al área contraria.

En infantiles estaba en la media. Habría en el equipo 7 u 8 jugadores más altos que yo. Cuando pegué el estirón fue en el segundo año de cadete, con 15 o 16 años.

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Mide 1,92, pero tardó en crecer.

Sí, en infantiles por ejemplo estaba en la media. Habría en el equipo 7 u 8 jugadores más altos que yo. Cuando pegué el estirón fue en el segundo año de cadete, con 15 o 16 años.

En juveniles firmó por el Numancia.

Fue el paso decisivo. Hasta entonces, siempre había jugado con los amigos pero sabía que si quería apostar por el fútbol tenía que dar ese paso. Lo tenía claro. No me salieron opciones en Aragón y me fui a Soria.

Allí apareció una persona clave en su carrera: Anquela.

Yo no estaba aún hecho, pero él supo moldearme. Me subía a entrenar, aprendí mucho y me hizo debutar en el fútbol profesional. Él me echó a andar. Insistía sobre todo en el tema defensivo, en que debía ser contundente y agresivo.

Con Pacheta llegó a Primera.

No estaba jugando mucho en el Numancia y fue él el que me llamó para irme al Elche. Me dio mucha confianza en ese año y medio. Y aprendí mucho. Es la etapa en la que más mejoré.

¿Cómo fue ascender?

Una sensación inexplicable. Subimos con un gol en el 94, ¡el fútbol es increíble! Fue una locura. Vivir un ascenso es algo más grande a que toque la lotería. Me encantaría repetir esa sensación.

Jugar en Primera es lo máximo, es la élite. Ya lo viví el año pasado, pero me queda la espinita de que fue la temporada en la que no había gente en las gradas.

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Tiene 27 años. ¿Se ve jugando otra vez en Primera?

Claro, para eso trabajo. Jugar en Primera es lo máximo, es la élite. Ya lo viví el año pasado, pero me queda la espinita de que fue la temporada en la que no había gente en las gradas. Pero medirte con los mejores del mundo es una experiencia increíble. Ojalá vuelva a jugar en Primera y que sea con el Oviedo.

¿Cuál es el rival más duro que ha tenido en frente?

El Madrid. Ganábamos 0-1 en Valdebebas en la segunda parte y de la nada nos levantaron el partido.

¿Y a nivel individual?

Me gustó mucho Luis Suárez, los recursos que tiene en cada acción.

El compañero más fuerte con el que ha jugado.

Julio Álvarez, en el Numancia. Con mucha clase, letal a balón parado y sensacional jugando entre líneas. Y Nino, claro. Tenía 38 años y seguía viendo el fútbol de maravilla.

La persona con la que más aprendió.

Pacheta.

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