Todos los caminos llevaban esta tarde a la plaza de la Escandalera. El epicentro del oviedismo para seguir el derbi cambió de sede y se desplazó al centro de la ciudad. Allí, todavía bajo el sol después de un día caluroso, aluvión azul para despedir la Semana Santa.

La plaza se llenó de hinchas azules, alrededor de dos mil, que acudieron a la llamada del Ayuntamiento para vibrar en el Sporting-Oviedo delante de una pantalla gigante de 18 metros cuadrados. Hubo cierto runrún, porque el reloj marcaba las 20.29 y en la televisión no emitía señal alguna. Solo fue un pequeño susto antes de la ración de oviedismo que se vivió delante del teatro Campoamor. “La idea de instalar una pantalla ha sido buenísima, ha propiciado un gran ambiente”, comentaba Gloria Fernández, que acudió con sus dos hijas. “Ha sido una buena iniciativa”, decía Daniel Fernández.

El ambiente era variopinto: en familia, en pareja o con amigos. Todos con color azul mientras las señoras más veteranas miraban atentamente el jolgorio sentadas en los bancos. En el centro de la plaza los hinchas más animosos tiraban del carro con bengalas y con cánticos. Sonó el “Vamos, vamos Oviedo” y el “A por ellos” sin parar. En gol del Oviedo instauró el estado de locura: la celebración retumbó en la ciudad. La Escandalera fue el final del camino después de un largo día de emociones que empezó en manga corta. En manga corta azul, claro. Las terrazas se llenaron desde mediodía. Los hinchas hicieron tiempo en los bares antes de acudir a la plaza de la Escandalera, donde el Ayuntamiento instaló la citada una pantalla gigante para que los hinchas siguieran el partido, después de que el Sporting no enviase entradas a la afición azul El momento más caliente de la tarde tuvo lugar en los exteriores del hotel Silken Monumental Naranco. Más de un millar de hinchas se congregaron en los exteriores del hotel, lugar de la concentración, donde el equipo descansaba desde mediodía. La Policía Nacional acordonó la zona para que no hubiese problemas. Los directivos azules acudieron al hotel y Federico González, asesor de Carso, se trasladó desde ahí a Gijón. Poco antes de las 18 horas, los jugadores carbayones salieron del hotel en medio de cánticos y ánimos de los aficionados.

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El Cuco Ziganda fue uno de los más aclamados por los oviedistas, que no pararon de gritar su nombre. Muchos hinchas que estaban congregados en la zona de Pedro Miñor se desplazaron al hotel, donde había muchas familias de oviedistas que luego verían el partido en la plaza de La Escandalera. Los aficionados formaron un pasillo humano en la calle Marcelino Suárez y acompañaron al autobús hasta la glorieta de la avenida Colón mientras animaban al equipo en un ambiente espectacular, lleno de bengalas y bajo el ruido de los petardos. “Vamos, vamos Oviedo”, se cantó por encima de todo, además de los canticos dirigidos al Sporting. “Sportinguista el que no bote”. Uno de los más animados fue el presidente, Jorge Menéndez Vallina, que dio palmas y además cantó varias canciones del Oviedo. Fue ovacionado a gritos de “¡Presidente, presidente!”.

Después de la salida del autobús, los hinchas azules tomaron la calle Marcelino Suárez y se quedaron animando al equipo antes de ir a La Escandalera. La expedición azul llegó sin incidentes a Gijón, con los jugadores golpeando los cristales del autobús como respuesta a los cánticos de la afición visitante a su llegada a El Molinón.

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VÍDEO: Así despidió la afición del Real Oviedo al autobús del equipo antes del derbi X. F.

En el oviedismo había optimismo antes del partido. “Ganamos seguro”, aseguraba Santiago Argüelles, calentando motores en la plaza Pedro Miñor antes del partido. “Es nuestro día”, decía Miguel Prendes, también con amigos en la plaza. La familia Arbesú vino directa desde Madrid a seguir el derbi. “Ganaremos 0-2”, decía Rafa, el pequeño de la familia. Todos despidieron al autobús azul y todos vibraron en el décimo derbi desde el reencuentro.