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Punto del Oviedo en Málaga para seguir soñando

Los azules, tras una primera parte defensiva, metieron una marcha más tras el descanso con la salida de Montiel y pudieron llevarse el partido

Punto del Oviedo en Málaga para seguir soñando. LFP

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Málaga
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Oviedo
Málaga
Dani Martín (1); Isma (1), Escassi (1), Lombán (1), Víctor Olmo (1); Febas (2), Genaro (1), Jozabed (1), Vadillo (1); Sekou (1) y Brandon (1).
Cambios

Ramón (1) por Jozabed, min. 30. Chavarría (1) por Sekou, min. 70. Kevin (1) por Vadillo, min. 70. Paulino (s.c.) por Brandon, min. 87. Roberto (s.c.) por Febas, min. 87.

Oviedo
Femenías (1); Carlos Isaac (1), Costas (1), Calvo (2), Cornud (2), Luismi (2), Brugman (1), Mier (1), Viti (1), Borja Sánchez (2) y Bastón (1)
Cambios

Sangalli (1) por Viti, min. 60. Montiel (2) por Mier, min. 60. Hugo Rama (1) por Brugman, min. 80. Matheus (1) por Borja Sánchez, min. 80. Obeng (s.c.) por Bastón, min. 85.

Árbitro: Ávalos Barrera. Amonestó los visitantes Luismi, Costas y Obeng.
La Rosaleda: 21.834 aficionados

En el descuento del partido, con La Rosaleda de uñas y el Málaga hecho un flan, Ziganda, un tipo habitualmente calmado, salió de su área técnica y animó a sus jugadores para que subiesen al área. El Oviedo simplemente iba a sacar un saque de banda. Subió incluso Dani Calvo, el hombre más defensivo de la plantilla, el más destacado en el ejercicio de solidez carbayona. Segundos después, el árbitro pitó el final y el Oviedo, sonriente, metió un punto en el zurrón ante el Málaga. La escena podría definir el partido de los azules: satisfechos por el empate ante un Málaga necesitado (0-0), pero con la voluntad final de ir a por un botín más abultado tras una segunda parte más ofensiva a lomos de los destellos de Montiel, el agitador habitual. 

Al final, un “puntín” muy guapo que no le permitió firmar al Oviedo una racha histórica de siete victorias seguidas, pero sí mantiene intacta la ilusión por el ascenso, palpable dentro y fuera del club tras el partido. 

Lo cierto es que el Oviedo empezó bien el partido, cómodo bajo la presión de un público local que apretó desde el principio. Con Javi Mier de chico para todo y Brugman y Luismi anclados en el centro del campo, los azules jugaron con los tiempos del partido y contemporizaron ante un rival necesitado.

Se notaba que el Oviedo luchaba por un sueño y el Málaga por evitar una pesadilla. Hubo más de táctica que de técnica. De ahí los escasísimos acercamientos azules, casi ninguno con peligro y todos a cuentagotas. Es más: no hubo tiros carbayones entre los tres palos en más de una hora de partido

Sin embargo, he ahí lo positivo para los azules, el Oviedo tampoco sufrió de forma excesiva durante los escasos arreones de un flojo Málaga, con más corazón que fútbol y con nervios en las piernas. Javi Mier probó suerte desde lejos nada más empezar y casi no hubo más intentos del Oviedo.

El Málaga, con Sekou arriba, llegaba a tirones cuando le llegaba el balón a Febas, habilidoso centrocampista. Algo parecido intentaba el Oviedo: balones a Borja Sánchez, de menos a más en una primera parte de bostezos.

El Málaga se vio obligado a cambiar a Jozabed, que estaba atinado, por Ramón debido a una lesión y el encuentro perdió ritmo, con algún destello de Borja y un continuo despliegue físico de Sekou, pitado por su público. A falta de diez minutos llegó la más clara del primer acto y el único tiro a portería, con Vadillo chutando muy inocente y blando a Femenías. Mientras, en el otro área, Bastón soportaba las iras del público malagueño, que parece no perdonarle su escaso rendimiento en la temporada en la que vistió la camiseta blanquiazul. El Málaga también metió miedo al Oviedo a base de saques de esquina. Uno de ellos, el más peligroso, se paseó por delante de la portería visitante antes del descanso.

Ziganda no hizo cambios en la caseta. Tampoco Guede, aunque el cronómetro corría en contra de los intereses de su equipo, más necesitado de una victoria. Al Oviedo salió del vestuario con otro brío, buscando espacios con Cornud y Borja por la banda izquierda. Viti, en cambio, estaba más desubicado por la suya. Palmo a palmo, el Oviedo adelantaba líneas. Una mala salida del Málaga casi cuesta una clara oportunidad, con un intento de disparo de Bastón, que no impulsó el balón con demasiada fuerza en lo que podría haber sido una buena ocasión. El Málaga cogía aire con juego directo y Ziganda movió pronto el banquillo, a los quince minutos de la reanudación. Sangalli y Montiel entraron por Viti y Mier para dar más frescura al equipo. El partido entró entonces en una fase bien distinta, con el “nerviometro” del Málaga subiendo por momentos, el público castigando con pitos y el Oviedo dudando en si dar un paso más al ataque y pescar en río revuelto o esperar. Fue Montiel el que decidió cambiar el paso. Cada balón que tocaba, peligro. Una acción de maestría del mediapunta le dejó solo el carril central a Brugman, que tenía solo a Borja Sánchez y optó por golpear a puerta. Dani Martín detuvo sin problemas el que fue el primer tiro a puerta azul: minuto 67. Fue un aviso. Volvió a tocarla Montiel y volvió a crear peligro el Oviedo. El madrileño centró con veneno y Luismi cazó el rechace y tiró fuera por centímetros. La Rosaleda empezó a pitar con más fuerza, aunque también había aplausos. Lo que parecía claro es que Montiel había cambiado el rumbo del partido. Otra vez. En el minuto 70, puso un saque de esquina que dejó solo a Sangalli, cuyo remate de cabeza se fue fuera con todo a favor.

El Málaga se venía a menos, aunque avisaba con empuje y reclamó un penalti de Costas por una mano que el central tenía pegada al suelo. El partido entró en la fase decisiva, los últimos quince minutos, con un contexto favorable para los azules. Ziganda llamó a Hugo Rama y a Matheus, por Borja Sánchez y Brugman.

El Málaga metió miedo al Oviedo con una buena llegada de Isma, cuyo centro fue rechazado por Calvo, que despejó sin querer a las manos de Femenías. El Cuco gastó su último cambio: Obeng por Bastón, que se fue con una sonora pitada del campo. El Oviedo parecía firmar el empate a falta de cinco minutos, aunque seguía con el cuchillo entre los dientes. El Málaga parecía firmar también las tablas.

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