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El Oviedo se queda seco: iguala su peor inicio en ataque de su historia en Segunda

Los problemas de los azules se centran en el área pero parecen tener su origen en el atasco a la hora de construir la jugada

Bastón intenta recibir el balón, presionado por Ibiza. | Miki López

Que un equipo con Borja Bastón y Sergi Enrich como referencia en ataque presente uno de los saldos más pobres de la categoría es cuando menos sorprendente. Un conjunto que, además, tiene a Borja Sánchez como asistente y medios de perfil ofensivo que tratan de pisar área rival. Un equipo, en fin, con gente con destreza para hacer daño en las jugadas a balón parado. El Oviedo de Bolo presenta serios problemas en el área de los rivales, los números así lo demuestran. Pero quizás las razones de este atasco deban buscarse más allá de la mera finalización de las jugadas.

Empecemos por los datos. Irrebatibles. El Oviedo ha anotado 3 goles en las 6 jornadas disputadas. Solo uno de ellos, el de Enrich ante el Levante, fue en una jugada. Los otros dos, Bastón, desde el punto de penalti.

Los números son pobres incluso si se miran en una perspectiva histórica. Estas seis jornadas han servido para igualar el peor inicio anotador del Oviedo en Segunda División. Ya había anotado 3 tantos en los comienzos de las temporadas 50/51, 85/86, 2016/17 y 2020/21. Si se amplía el análisis a todas las temporadas del club azul en el fútbol profesional, tan solo se encuentran dos cursos con 6 jornadas iniciales con menos tiento en ataque. Sucedió en las campañas 50/51 y 53/53, ambas en Primera, en las que el Oviedo atravesó la sexta jornada con 2 goles como saldo de goles a favor.

El equipo tiene un problema ofensivo, nadie duda de ello de estas alturas. Hasta la pretemporada sirvió para acentuar esa sensación de sequía ofensiva. Bolo no ha dudado en reconocer el problema abiertamente, la última vez tras caer ante el Ibiza. La falta de punch en ataque es fácilmente reconocible, pero parece más un síntoma de otro problema antes de que la causa de la marcha errática en la tabla.

Borja, en el suelo. | Miki López

Los problemas deben buscarse en lo que ofrece el equipo con la pelota. Poco o muy poco en lo que llevamos de competición. El Oviedo apenas ha sabido dañar a sus rivales con la posesión. La versión más enérgica fue la que se vio ante el Levante, curiosamente ante el rival de mayor potencial, al menos sobre el papel. Entonces, el equipo fue agresivo, robó arriba, llegó al área rival y creó ocasiones. Se le escapó el partido por cuestión de detalles, pero fue la versión que más gustó de la temporada.

Aquello parecía un punto de inflexión en la campaña, tras un inicio con problemas. El día en el que las cosas por fin cuadraron. Pero fue lo contrario. Tras aquella experiencia, llegaron las citas de Burgos y ante el Ibiza. Y la versión más errática de los azules tomó el control.

A Bolo no le ha costado reconocer que el equipo, de momento, no cumple las expectativas. Promete más dosis de trabajo para revertir la situación. Y ahora es el momento en el que el entrenador deberá detectar el problema y elegir un camino que lleve al equipo a la senda de los buenos resultados. Un camino que parece, a priori, unido al de una mejora evidente en la propuesta con la pelota.

El técnico ha manifestado casi desde el primer día que pretende construir un equipo que se sepa adaptar a diferentes escenarios. Que no quiere ceñirse a un solo guion. Hasta la fecha, sin embargo, no ha dado el Oviedo muestras de mucha riqueza táctica, ni de alternativas a la propuesta inicial, normalmente atascada y pesada. Aunque sujetada por una defensa firme, sustento del equipo en las tardes de menos acierto. Una razón de peso, además, para pensar en que todo puede mejorar.

Bolo ha ido variando entre el 4-4-2 y el 4-2-3-1 en este mes y medio de Liga, basada la elección en las características del acompañante de Bastón arriba. Con Obeng o Enrich, el equipo es agresivo arriba, aunque pierde fuelle en el medio. Con Flores entre líneas, hay un elemento más en busca de la pelota pero deja a Bastón más abandonado.

El Anxo Carro, hogar del Lugo, es el próximo escenario en el trayecto del Oviedo por la temporada. Será allí donde se ponga de nuevo a prueba la efectividad de los delanteros azules. Tendrá lugar el nuevo reto en un escenario propicio para sacar músculo: el Lugo es el equipo que más remates a puerta recibe de Segunda División. Su meta, Whalley, ha tenido que intervenir en 28 ocasiones hasta la fecha. Es de largo el portero más activo.

Bolo tiene una semana para encontrar soluciones a un atasco que parece doble: de goles y de juego. Una plantilla con gol da motivos para creer en solucionar lo primero. Del técnico depende que los caminos al área sean más limpios.

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