Para muchos de los que estuvieron aquel día es como si el Carlos Tartiere hubiera salido de su letargo para mostrar toda su fiereza. Sucedió el pasado día 6, en el sufrido triunfo del Oviedo ante el Granada, 1-0, en un choque condicionado por la expulsión de Aceves a los 40 minutos, Aquella polémica roja hizo que el Tartiere despertara. Y en la segunda mitad, el aliento desde la grada fue decisivo para abrochar un triunfo que se fraguó tirando de la heroica.
A ese recuerdo reciente se agarra ahora el vestuario para seguir creyendo en la mejora clasificatoria. La llegada de Cervera le ha dado a los azules una estructura más trabajada, una identidad y un poso que se echaba de menos en una temporada que empezó con las expectativas por las nubes y que pronto llevó la esperanza a ras de suelo.
Ahora, el oviedismo quiere creer en un futuro más halagüeño, pero el proyecto de Cervera, como todo proyecto, necesita que le sonrían los resultados. Los está logrando, de momento, al calor del Tartiere, donde ha logrado sumar los 6 puntos en juego sin encajar ningún gol en contra.
La primera experiencia de Cervera en el banquillo azul fue ante el Málaga, en un duelo de necesidades. No jugó el Oviedo su mejor encuentro pero se llevó un premio gordo de 3 puntos gracias a un penalti que ejecutó Borja Bastón.
La segunda cita de Cervera en el municipal ovetense sí dejó una actuación redonda. Porque el Oviedo volvió a ganar, sí, pero sobre todo por cómo lo hizo: ante uno de los favoritos, el Granada, y logrando olvidar la inferioridad numérica durante más de 50 minutos.
Ahora, y frente a un Mirandés que acumula cinco jornadas sin perder, los azules buscan mantener viva la llama con su gente.